Los peores discos de metal de 2023


¡Vuelve la lista más odiada del ámbito metálico en español! Y también una de las más necesarias, a juzgar por la mayoría de listados, comerciales o no, que pululan por la red. Este paseo por el “lado oscuro” del metal en 2023 es más breve esta vez que en la anterior edición, lo que se debe a que hemos escuchado menos discos intrínsecamente malos (punto positivo) pero también muchos otros sobre los que no había gran cosa que decir (punto más bien negativo). Con 166 álbumes del año pasado escuchados a fecha de publicación de este artículo (récord histórico, una vez más), creemos que esta selección es tan representativa como la positiva de finales de diciembre, aunque sea por motivos opuestos.

En total han salido 18 reseñas, en hermosa simetría con el número de álbumes escogidos para el listado luminoso, aunque en una cantidad inferior a la de 2022, y con una clara mayoría de grupos estadounidenses (¿casualidad?). Para compensar, hemos decidido recuperar los premios, que esta vez son más claros que en la anterior ocasión, en la cual optamos por omitirlos. Al igual que el año pasado, la mayoría de los títulos que figuran bajo estas líneas son interesantes por un motivo u otro –salvo los merecedores de galardón, que son infumables sin paliativos–, por lo que si los aguerridos lectores deciden bucear por este caladero, algo encontrarán de bueno… o no.


Apokatastasis – The Consecratory Secretion (Hessian Firm)

Esta formación unipersonal estadounidense llamó la atención por su manera inédita de mezclar black metal y slam brutal death, empleando la rigidez y concisión de este último subgénero para contraponerla con un black metal emotivo a lo Infamous. La fórmula funcionó bastante bien en su primer EP de 2022 (Remnants), pero para su debut el grupo ha optado por explorar estilos más viejos, a caballo entre Mystifier y el black sinfónico, que no acaban de encajar del todo al tratar de abrir demasiado la paleta estilística. El intento es sin duda original y valiente, pero el resultado deja que desear.

Ascended Dead – Evenfall of the Apocalypse (20 Buck Spin)

Con este segundo disco completo de una de las formaciones más relevantes de OSDM norteamericano se confirma lo que intuimos al reseñar brevemente su debut: el síndrome del formato largo. Eso es lo único que explica que, pese a contar con publicaciones menores más sólidas e interesantes, este grupo integrado por músicos de gran talento no esté a la altura en obras más largas y se limite a ofrecer una versión confusa y unidimensional de su agresión constante, en temas cortos y repetitivos que carecen de rumbo y no sacan ningún partido a una ejecución perfecta y una estética sonora bastante lograda. El álbum se olvida tan rápido como se ha escuchado, y pocas cosas hay tan negativas que puedan decirse de una pieza musical.

Blackbraid – Blackbraid II (Autoeditado)

-PREMIO DEL AÑO A LA SUPERFICIALIDAD-

Este es un buen ejemplo de superficialidad aplicada a la música, como quien pide un helado de uno u otro sabor sin cambiar de puesto ni de marca. Se nos vende como «metal nativo americano» un black metal genérico de corte europeo al que se le ha añadido una ocarina y un origen mítico en las montañas del noreste de EE.UU. como supuestos marchamos de originalidad. El contenido, no obstante, es algo que uno ya ha oído muchas veces: riffs melódicos sencillos tocados en trémolo, una batería tan floja como la voz y muy poca imaginación, incluyendo el recurso a temas lentos para justificar que el álbum supere la hora de duración. ¿Dónde está lo que hace especial a este grupo? Suponemos que en la mente de quien tiene muchas ganas de creerse que esto lo es.

Demoncy – Black Star Gnosis (Dark Descent Records)

Ocho años después de su última publicación y once desde que salió el último material original, este mitiquísimo grupo de USBM regresa con un ramillete de canciones que se parece en todo a su fundacional Joined in Darkness de 1999. Aquí están los mismos riffs en trémolo que derriban murallas, los mismos interludios dark ambient y las mismas voces susurradas que dan cuenta de historias de una antigua y arcana maldad, esta vez centradas en el macrocosmos, quizá la única variación tangible. No es Demoncy un grupo al que se pueda reprochar su prodigalidad, y una nueva dosis de su eficacísima fórmula minimalista no le viene mal a nadie, pero el resultado es tan sumamente predecible que no consigue encandilar del todo.

Desecresy – Deserted Realms (Xtreem Music)

Hace algo más de un año glosamos las virtudes del último disco de esta formación unipersonal radicada en Helsinki, pero con ciertos reparos en cuanto a su falta de originalidad y repetición de un mismo formato. En aquella ocasión las limitaciones se atenuaron a través de pequeños cambios en cuanto a la duración de los temas o la firmeza de la ejecución, pero aquí no queda mucho de eso. Pese a garantizar una buena escucha, Deserted Realms ofrece poco más que un retorno a las fórmulas combinadas del segundo y el tercer disco, y como tal no presenta demasiado aliciente a quien ya conozca bien la discografía del grupo. A estas alturas sería quizá deseable que Desecresy se tomara un poco más de tiempo para sacar algo que fuera un poquito más ambicioso y sorprendente.

Dødheimsgard – Black Medium Current (Peaceville Records)

Sorprende no poco que este haya sido el número uno de 2023 escogido por los usuarios de Metal Archives, esa especie de Wikipedia oficiosa del metal, no tanto porque el disco sea malo, que no lo es, sino porque está tan sumamente impregnado de post-metal y un avant-garde black tan diluido que el elemento metálico resulta bastante secundario. Esta formación siempre ha sido bastante camaleónica, y a estas alturas su música casi puede definirse como un pop-rock electrónico oscuro, algo parecido a lo que hace Ulver pero sin tanto amaneramiento. Lo sorprendente es que esto haya sido encumbrado como disco del año dentro de un Top 10 de álbumes más bien tradicionalistas, lo cual revela un panorama global en el que la nostalgia se codea con el transfuguismo post-metálico sin que parezca haber muchas más vías posibles de avance para el metal.

Hellripper – Warlocks Grim & Withered Hags (Peaceville Records)

-PREMIO DEL AÑO A LA COMERCIALIDAD-

Este joven grupo unipersonal ubicado en Escocia practica un speed metal a tope con voces black en el que hay cabida para mucho punk y hasta heavy metal. ¿Es eso algo malo en sí? No tendría por qué, la fórmula de Master nunca ha sido muy distinta de esa descripción. Sin embargo, cuando hay mucho hype por detrás, como es el caso, el asunto empieza a mosquear. Junto a las partes más rápidas, también hay aquí mucho guitarreo melódico y recursos facilones del heavy estándar para hacer de esto algo más amable y accesible, más o menos lo mismo que hacen Midnight u otros grupos con cierto relieve comercial, y eso sí resulta imperdonable. Hellripper sigue así los pasos de Evil Invaders y otras tantas formaciones similares, convirtiendo el revival del speed metal en otro reclamo mercantil más.

Horrendous – Ontological Mysterium (Season of Mist)

-PREMIO DEL AÑO A LA RENDICIÓN-

Después de unos cuantos años intentando triunfar dentro del ámbito OSDM, un objetivo tan complicado como ciertamente sospechoso (no se puede triunfar demasiado en un nicho), esta formación estadounidense se quita la careta y presenta un disco de metal progresivo descafeinado que por momentos acaba sonando a rock alternativo. Al igual que hicieron otros antes que ellos (Opeth, Tribulation), llega un momento en el que los farsantes terminan por salir del armario para hacer lo que realmente querían hacer, tras muchos intentos inútiles de conquistar el underground con música supuestamente más seria. Esta decisión merece cierto respeto por su clara honestidad, pero eso no significa que el resultado sea bueno, porque no es ni metal ni progresivo, sino una especie de compromiso cobarde entre ambas cosas, tibio e intrascendente.

Imperishable – Come, Sweet Death (Hammerheart Records)

Tras un primer epé bastante destacable en 2021 (Deathspawn), esta nueva formación sueca compuesta por músicos veteranos dilapida su potencial en el debut al limitarse a retomar los temas más sólidos de su primera publicación sin apenas retocarlos, lo que genera cierta decepción en quienes se entusiasmaron con aquel material. Por otra parte, el estilo clásico de death metal sueco que reivindican apenas varía con respecto a la fórmula original, no hay verdadera aportación ni desarrollo, y lo que es peor, no pocos de los temas nuevos incluyen arreglos melódicos y otras influencias del heavy metal más convencional que, en lugar de complementar, reblandecen y lastran el conjunto. Sin duda, una oportunidad perdida por parte de individuos de los que cabía esperar mucho más.

Krieg – Ruiner (Profound Lore Records)

Hace mucho, mucho tiempo, este solía ser un grupo de black metal caótico y salvaje, poco ordenado y definido en lo formal, pero con una energía explosiva que lo impulsaba a grandes cotas de expresividad. Con el tiempo fue incorporando influencias más recientes del post-rock y post-metal, simplificando su música pero sin perder del todo su esencia hasta que, llegados a este punto, nos sorprende con un disco de black metal genérico que parece un corta y pega de tendencias contemporáneas que podría haber firmado cualquier formación primeriza. Puede que nunca tuviera una visión del todo concreta en términos de forma, pero sonar como un recién llegado después de cinco lustros de andadura es un diagnóstico más bien triste.

Lamp of Murmuur – Saturnian Bloodstorm (Argento Records)

-PREMIO DEL AÑO A LA CLONACIÓN-

Uno tal vez peque de prejuicioso, pero en ocasiones la ubicación de un grupo es cierto indicador de su grado de autenticidad. En este caso, una one-man-band black metalera de Los Ángeles no auguraba nada bueno, y no sorprende demasiado encontrar aquí una copia calcada del estilo de Immortal, desde Blizzard Beasts en adelante (es decir, la peor época), con adición de algunos riffs más melódicos y facilones, propios del decadente Sons of Northern Darkness, y otros de relleno que avergonzarían incluso al Abbath de hoy en día. Que esto haya sido encumbrado como uno de los discos de black metal del año tampoco sorprende: es material reciclado para consumo mainstream, el equivalente al compost en términos de integridad artística y actitud.

Moonlight Sorcery – Horned Lord of the Thorned Castle (Avantgarde Music)

-PREMIO DEL AÑO AL PASTICHE-

En ocasiones uno mira las listas más mainstream para ver qué escucha la gente, y el resultado generalmente nutre los premios gordos de este listado negativo. Aquí tenemos a un joven grupo finlandés etiquetado como “black metal sinfónico”, que desde el primer minuto deja claro que no hace black metal, sino power metal a lo Children of Bodom disfrazado de black metal sinfónico. Todos los ingredientes están aquí: guitarras luminosas, doble bombo, teclados y melodías cursis, ¡hasta una voz en off! Travestir esto como black metal no es otra cosa que un pastiche, porque desvirtúa el marco de destino sin aportar ni crear nada nuevo. Los fans del power metal más hortera parecen entusiasmados con esta excentricidad, pero para quienes conozcan bien ambos géneros esto no es mezcla ni fusión, sino una mera suplantación.

Panopticon – The Rime of Memory (Bindrune Recordings)

Confieso que tengo un problema con el post-metal. No es el formato largo ni el enfoque minimalista, prueba de ello es que aquí hemos ensalzado algún que otro disco altamente repetitivo de dos horas de duración. El problema es la ausencia de movimiento y sobre todo de fuerza. Pese a los arrebatos ocasionales de blast beats, en esencia esto es post-metal, es decir, metal deconstruido con vocación atmosférica, y la vida se le va como a un cuerpo que se desangra. Los instrumentos folk y los recitados puntuales no hacen sino acrecentar esa sensación, y el disco comienza y termina pintando paisajes suaves y amables pero sin decidir qué hacer con ellos. A efectos de espíritu esto no es metal, es música de fondo con guitarra eléctrica.

Psionic Madness – Warhead Crucifix (Vargheist Records)

En este su tercer disco, la formación más destacada del sello Vargheist emplea los mismos elementos que el anterior, que tanto glosamos por aquí, con su característico death/grind disonante con toque rudimentario, canciones largas y mucha virguería guitarrera, pero de alguna forma no alcanza cotas similares de épica y se pierde en canciones menos identificables y memorables. Es como si la misma gente, utilizando las mismas técnicas en el mismo formato, no fuera capaz de centrarse y acabara errando el tiro. Quien suscribe no cree que en este caso eso signifique que los aciertos del álbum previo fueran producto del azar, pero sí considera que cuando se sacan cuatro o cinco discos al año con distintas formaciones es imposible mantener el mismo nivel de calidad. A la luz de lo que son capaces de hacer estos músicos, es una verdadera lástima.

Tomb Mold – The Enduring Spirit (20 Buck Spin)

-PREMIO DEL AÑO AL REFRITO-

Cuarto disco de este encumbrado grupo canadiense, que esta vez se ha tomado algo más de tiempo, sin que ello redunde en algo realmente positivo. A veces uno se pregunta por qué triunfa tanto lo que triunfa tanto, y enseguida se responde: porque es fácil de asimilar. Como otras formaciones de éxito antes que ellos, Tomb Mold recopila lugares comunes de otros grupos y estilos más antiguos de death metal en canciones facilonas y ligeras, que en esta ocasión se entreveran con rastros de seudoprog barato para hacer más suave un OSDM de base del que ya no queda demasiada entidad. La pinta de loosers que gastan sus miembros, que parecen haber descubierto el death metal hace cuatro meses en alguna publicación comercial, es la imagen perfecta del mínimo denominador común que supone su música. El metal tiene que ir a más, no diluirse perpetuamente en menos.

Úlfúð – Of Existential Distortion (Dark Descent Records)

Este grupo islandés con un logo raro que recuerda al del Thunderdome edita su disco debut en Dark Descent bajo la etiqueta “black/death metal”, por lo que uno lo aborda con ciertas expectativas, que se ven truncadas al descubrir que en realidad es un melodeath con trazas de heavy metal más contemplativo disfrazado estéticamente de black/death. No es tanto una impostura como una suavización del estilo, y el resultado no es del todo nefasto, teniendo en cuenta que la decidida elección estilística denota cierta personalidad, pero no podemos evitar observar cómo la pujanza del death metal melódico se hace notar incluso en sellos y subgéneros que en teoría permanecían ajenos a ella. Este disco no es basura pero sí ablandamiento, y eso no nos interesa mucho porque es algo que ya se ha visto y oído demasiadas veces.

Urfaust – Untergang (Ván Records)

Para su canto de cisne previa disolución, estos holandeses siguen la conclusión lógica de su larga senda de desintegración como entidad artística. Lo que empezó como un proyecto indeciso, a caballo entre un punk black metal descuidado pero con encanto y una pasión por el dark ambient que no acababa de encajar con la otra mitad, se fue estirando en reiteraciones cada vez más estériles de esa misma fórmula irreconciliable hasta desembocar en un black metal ambiental totalmente vacío y carente de impulso, de propósito y hasta de riffs dignos de ese nombre. No es de extrañar que el dúo se haya separado, sus integrantes debían de estar ya hartos de tanto tedio.

Vargrav – The Nighthold (Werewolf Records)

Al evaluar positivamente el disco anterior de este grupo, quien suscribe especulaba con la posibilidad de que terminara de adquirir personalidad propia y echara a volar como entidad diferenciada. Cuatro años después, esta formación regresa con un nuevo disco que no es malo ni mucho menos, pero está lejos de ser el gran paso adelante que cabía anhelar. En sus mejores momentos presenta un black metal sinfónico competente pero trillado, en los peores es lento y previsible, y los interludios parecen la música de un juego de rol para ordenador. La ampliación de la plantilla con otros músicos experimentados ha ahondado en estos vicios sin sumar ninguna virtud tangible. Un álbum decente, pero muy lejos de la espectacularidad que parecía prometer este proyecto en sus inicios.

Escuchando: Spontaneous Combustion – 2023 – Amorphous Viscous Limbs (Compilation)


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