Sammath – Grebbeberg (2023)


Sammath – Grebbeberg (Hammerheart Records, 16 de junio de 2023)

Como suele ser habitual con Sammath, aquí tenemos uno de los discos más esperados del año, y esta vez el resultado sí cumple las más elevadas expectativas. Después de que su título anterior (Across the Rhine Is Only Death) cosechara tantos elogios como críticas moderadas, pudiendo interpretarse en cierto modo como un paso atrás, este nuevo álbum supone un claro salto adelante al recuperar material y técnicas de un acervo de casi tres décadas para ofrecer un resultado tan agresivo como siempre pero más completo. En la larga búsqueda del disco definitivo de black metal que ha caracterizado a la formación neerlandesa, Grebbeberg consigue sonar más suelto y menos encorsetado que el excelente Triumph in Hatred (2009), pero también algo más variado que el ampliamente elogiado Godless Arrogance (2014), su cumbre artística hasta la fecha. En no pocos aspectos, esa cúspide se ha vuelto a superar con la reciente obra que nos ocupa.

El estilo del grupo podría definirse superficialmente como war metal, es decir, como una mezcla de riffs black-metaleros de inspiración grindcore aderezados con la insistencia y cromaticidad del death metal, pero las estrategias y la visión desplegadas aquí trascienden con mucho a las que suelen encontrarse en dicho subgénero, que a menudo no pasa de un hardcore punk con anabolizantes. Sammath alterna entre asaltos furiosos de riffs cromáticos a toda velocidad que martillean sin piedad y temas más lentos en los cuales las explosiones de furia se intercalan con pasajes más lentos pero no menos potentes. Esta fórmula es algo que el grupo ya había practicado en el pasado, pero no con tanta riqueza y precisión como demuestra esta vez. El resultado es estéticamente similar al war metal, pero no se llega a él mediante una simplificación homogeneizante sino a través de un recrudecimiento de las técnicas habituales en el metal extremo, conservando así la complejidad y profundidad del contenido.

El retorno de la melodía es uno de los rasgos más bienvenidos, después de bastantes años camuflando su presencia. Aquí tenemos melodías claras y vertiginosas como las del primer disco, aunque evitando, eso sí, aquel empleo del teclado del que tanto parece haber renegado su líder y compositor, Jan Kruitwagen. En un contexto sombrío y torturado como el que teje el grupo, la melodía aparece a modo de destello lejano sugiriendo un fogonazo de luz esperanzadora, aunque se limite a iluminar el valor de un sacrificio inútil. Como en otras ocasiones, los cambios de ritmo son lo más brillante de la propuesta, ya que enlazan partes muy distintas de un modo abrupto pero natural que, lejos de desentonar, multiplica su potencia y efectividad. Las canciones nunca son excesivamente extensas o enrevesadas, pero sí resultan un tanto imprevisibles en su evolución, algo muy bienvenido, sobre todo en escuchas reiteradas.

La temática escogida en este caso es muy concreta, y se centra en una oscura batalla en el marco de la invasión de Holanda por los nazis, que los neerlandeses perdieron irremediablemente a pesar de resistir con bravura durante un par de días. Esta es una elección muy elocuente, porque con el trasfondo de la derrota irremisible no hay margen para ningún tipo de glorificación, tan solo existe suciedad, dolor y muerte. A través de los múltiples samples pero sobre todo la instrumentación nítida y descarnada, Sammath se sumerge en el meollo de la guerra, y la visión no es precisamente bonita. Esto genera una marcada tensión entre, por un lado, lo fascinante y vertiginoso del conflicto bélico y, por otro, lo banal y terrible de la realidad material del mismo, en un contraste que resulta altamente interesante por la variedad y viveza de los matices.

Este es posiblemente el álbum más logrado y completo de esta formación hasta la fecha, con permiso de Godless Arrogance, y constituye el culmen de la madurez del grupo, ya que consigue combinar sin asperezas el salvajismo de los tres discos anteriores y el melodicismo de los primeros tiempos. Como hemos podido ver, no es nada realmente nuevo en sí, pero sí es más y mejor de lo mismo. Quizá sea también su obra más equilibrada en lo relativo a la fórmula artística, algo que se aplica asimismo a la producción, suficientemente clara para que todo se oiga bien pero sin incurrir en saturaciones ni brillos excesivos.

¿Por qué no es Sammath un grupo más famoso, a pesar de su irrefutable calidad?, se preguntaba un comentarista afín. Pues porque ofrece lo que la mayoría de la gente, incluso dentro del metal extremo, no quiere ni ha querido nunca: algo exento de novedad, difícil de distinguir y evaluar más allá de la superficie, y cuya valía solamente se entiende después de numerosas escuchas. Por eso mismo será conocido y apreciado por pocos, pero al mismo tiempo es de lo que más vale y merece la pena de todo su ámbito musical.

Escuchando: Corpsessed – 2023 – Skeletal Grotesquery (Live Album)


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