A pesar de estar ya bien avanzado el año, no nos resistimos a publicar las reseñas negativas de los discos que más nos disgustaron durante el año anterior, honrando así una hermosa tradición perpetuada desde que empezamos a redactar nuestros propios compendios de favoritos anuales. Por imperativos del formato blog, esta vez las reseñas aparecen en solitario y no unidas a la lista de mejores discos de 2022, lo cual quizá sea más sano y deseable. En todo caso, se trata claramente de una especie de reverso tenebroso de aquel listado positivo, conformando junto a él una visión global de cómo fue para nosotros el pasado año en el ámbito del metal extremo. Aquí tan sólo tiene cabida aquello que merece ser comentado por un motivo u otro; consideramos que fustigar lo previsible o lo trivial no es algo que tenga demasiada gracia o interés.
Como en otras ocasiones, salvo los títulos más groseramente comerciales o nocivos, muchos de los álbumes aquí comentados presentan algunos puntos positivos e incluso tuvieron cabida en nuestro programa de radio mensual, pero nuestro veredicto general terminó siendo negativo y los motivos para ello nos parecen dignos de explicación. A nuestro modo de ver, de las obras de arte fallidas o incompletas también se puede aprender, más allá del amargo sabor de la venganza que supone el poder fusilar una serie de discos que le han hecho a uno perder tiempo, energía mental y expectativas. En el pasado, este listado alternativo ha generado hostilidad, levantado ampollas y producido incomodidad en distintos ambientes y deseamos que así siga siendo, no sólo porque la discrepancia y el debate pueden inducir a la reflexión, sino también porque nos divertimos mucho con la polémica generada.
Ashenspire – Hostile Architecture (Code666 Records)
Como su título y su portada dejan bien claro, esta es una obra dedicada a recalcar lo miserable que es vivir en mamotretos brutalistas de hormigón, una temática de lo más original y pertinente, eso se lo concedemos. Musicalmente, la idea de base es contraponer los instrumentos básicos y la atmósfera del metal con instrumentos inusuales típicamente asociados con la corriente metálica avant-garde (piano, violín, saxofón) para expresar un contraste radical y trágico, todo ello aderezado por una voz que más que cantar recita a voz en grito consignas que oscilan entre la denuncia y el lamento. Un cóctel de estas características podría funcionar con otro tipo de música, pero para el metal esto es excesivamente directo y obvio, tanto en la forma como en el mensaje vehiculado, lo cual se da de tortas con la manera de proceder y concebir el mundo propia del metal. Desde ese punto de vista, se trata de una obra más bien convencional, conceptualmente más cercana al rock o el pop, que priman la accesibilidad y la universalidad del contenido por encima de las demás consideraciones. El metal no se limita a lamentar y denunciar, el metal lucha, y aquí no hay nada de eso.
Astral Tomb – Soulgazer (Blood Harvest)
Aquí tenemos el debut de un nuevo grupo estadounidense de death metal disonante con temática astral que parece aspirar a ser el próximo Blood Incantation. En su noble empeño, sin embargo, aún no ha conseguido desentrañar el complejo arte de construir canciones. Sus temas presentan elementos ciertamente interesantes, pero que se pierden en duraciones desmesuradas, interludios metidos con calzador y dificultad generalizada para progresar, más o menos lo mismo que le ocurre a Blood Incantation, pero ahora, no cuando empezaban. Aquí hay un potencial indudable que no sale a relucir, porque esto tendría que ser una maqueta de la que partir y no un disco completo al que llegar. Si lo que este grupo quería era alcanzar la fama, la clave es crear algo decente y llamativo al principio para luego poder vivir de las rentas sacando material a medio hacer, una estrategia que por desgracia no funciona al revés.
CNTMPT – Von Unreiner Willkür (Into Endless Chaos Records)
Este grupo afincado en Leipzig tiene un aura y una estética de black metal experimental pero suena más bien “post”, cosa que se nota en su monotonía, falta de agresividad y falsa intensidad, porque aunque incluya gritos y blast beats, lo que suena igual todo el tiempo por definición no puede ser intenso. Con una buena dosis de distorsión, alguna melodía y un par de pasajes más rápidos consiguen armar canciones de ocho minutos de duración empleando para ello una fórmula extremadamente minimalista, desde los títulos de las canciones a las propias composiciones, que lamentablemente ahonda en la sensación de tedio. Las voces están bastante bien ejecutadas, pero parece que se limitan a gritar sin enunciar nada en concreto, más o menos lo mismo que hace el resto de la música. Frente a la fina línea que separa el metal ambiental de Burzum de los circunloquios infinitos de sus múltiples imitadores, esto queda claramente dentro del segundo campo.
Corpsessed – Succumb to Rot (Dark Descent)
Lo habitual suele ser que los grupos decentes acaben por repetirse en exceso, pero no que pinchen de manera flagrante, a menos que hayan sido fichados por un sello que les fuerce expresamente a modificar su orientación artística para hacerla más accesible. Puesto que ese no ha sido el caso, ¿qué ha ocurrido aquí? Tras pasar de una expresión muy lograda –aunque convencional– del caverncore en su debut a una mera imitación con menos brillo de esas mismas características en su segundo álbum, aquí asistimos a una decadencia total, en la que no sólo no se capitalizan los aciertos del pasado, sino que el grupo se aventura en una fórmula híbrida con la incorporación de distintas influencias genéricas que restan cualquier atisbo de dirección o referencia, tornando su estilo en algo lento, vacío y pesado (en el mal sentido). ¿Quizá la obligación autoimpuesta de sacar disco cada pocos años se les ha venido encima? ¿O tal vez simplemente se agotó la fuente de las ideas? En todo caso es una pena, porque en esta formación había un claro potencial que cada vez ha ido a menos.
Ectoplasma – Inferna Kabbalah (Memento Mori)
Tras haber escuchado los temas sencillos pero potentes de su participación en el compartido 4 Doors to Death II de 2020, uno esperaba mucho más del nuevo álbum de los atenienses Ectoplasma. Pese a contar con el mejor título de canción individual que un servidor haya visto en todo el año («My Medieval Urges Materialized»), la música que aquí encontramos no pasa de ser death norteamericano en su vertiente más básica y machacona, con uno o dos ganchos simples por canción, mucha repetición y demasiado relleno. El disco es tan monótono que a pesar de durar poco más de media hora se hace muy pesado, y resulta realmente decepcionante viniendo de una escena con tanto nivel como la griega.
Eucharist – I Am the Void (Regain Records)
Muchos recordarán a este grupo noventero de trayectoria muy accidentada pero destacable discografía, que volvió hace algunos años y saca ahora nuevo disco. Por desgracia, su música ya no es el death metal melódico e imaginativo de antaño, sino un black metal plano, genérico y sin sorpresas que se estira a lo largo de más de una hora de duración no sabemos exactamente con qué fin. Si optamos por pensar bien y descartamos el atractivo económico detrás de la publicación, nos quedaría la nostalgia de tiempos mejores en los que este grupo tenía algo que decir y marcó la historia del metal extremo. Ya no es el caso, y aunque sea duro hay que saber aceptar que el momento de uno ya ha pasado, y sobre todo no martirizar a los antiguos fans con material mediocre y aburrido como este. No nos lo merecemos, creo yo…
Evil Invaders – Shattering Reflection (Napalm Records)
Este es un buen ejemplo de lo que hace un sello como Napalm Records con los grupos que gestiona. De su actuación en un reconocido festival portugués en 2018 quien suscribe recuerda a una formación muy joven de speed metal convencional pero enérgico, con mucho empuje sobre el escenario y un estilo que no por ser derivado carecía totalmente de encanto. Nada de eso puede oírse en este nuevo álbum, que en sus mejores momentos recuerda al power metal sobreproducido de algo tan insufrible como Primal Fear y en los peores es directamente el tipo de pop metal que se les vende a los cachorros del metal, con su dosis de hard rock y su balada incluidas. Cuando pactas con el diablo (Satán no, el otro, el malo de verdad), acabas pagando más pronto que tarde…
Hadopelagyal – Nereidean Seismic End (Amor Fati / Ván Records)
Desde el espectro del black/death más ruidoso y disonante nos llega el álbum debut de este grupo de Sajonia, que presenta paralelismos con otras formaciones de música extrema y caótica como Antediluvian o Mitochondrion. A diferencia de estos últimos, aquí la fórmula resulta más bien lineal y los cambios son tan mínimos que casi estamos hablando de un noise metal denso pero un poco monótono. De vez en cuando entran melodías y riffs un poco más nítidos, que equilibran ligeramente el conjunto pero anclándolo en el terreno de lo previsible. En términos generales esto es bastante interesante, el estilo particular y el sonido de las profundidades están bien conseguidos, sólo falta que el grupo se despegue del todo de la cordura y pase a crear algo realmente singular que vaya más allá de lo conocido y establecido, es decir, que explote todo el potencial que esta variante extrema es capaz de ofrecer.
Hierophant – Death Siege (Season of Mist Underground Activists)
El último disco de estos italianos sorprende positivamente en un principio, pero pronto se le empiezan a ver los puntos flacos que ensombrecen el conjunto. Respaldados por una producción aplastante que incurre casi de continuo en un exceso de saturación, sus temas desgranan riffs en trémolos graves que son robustos y llamativos, pero se limitan a repetirlos una y otra vez sin demasiada variación, más allá de algún sencillo cambio de ritmo. El resultado es algo que superficialmente se parece a la fórmula de Diocletian, pero muy simplificada y plana, porque nunca va más allá del planteamiento inicial, pecando de un patente conformismo en su apego a la unidimensionalidad. Por la naturaleza de su música seguramente esta formación sea bastante disfrutable si se escucha en directo, pero en estudio la cosa claramente se queda demasiado corta.
Immolation – Acts of God (Nuclear Blast)
No son pocos los medios que han definido este álbum empleando la expresión “recuperar la forma». Por aquí consideramos que si lo mejor que se puede decir de un disco es que no es tan malo como sus predecesores, escaso es el elogio que se está haciendo del mismo. Claramente esto es lo mejor que ha sacado Immolation en los últimos 15 años, pero eso no significa que sea bueno, ni mucho menos que esté a la altura de la capacidad probada de estos músicos. Acts of God es un largo compendio de canciones breves que tienen mucho más contenido que la fórmula de Immolation de los últimos años, y también tratan de desarrollar algo más allá de lo obvio, pero para ello recombinan mucho material antiguo antes que crear algo realmente nuevo. Quien suscribe se alegra de que este nuevo título haya servido al grupo para ampliar mucho más su proyección, porque sí se percibe un verdadero esfuerzo a la hora de sacar mejor material, pero al mismo tiempo al escucharlo uno siente unas ganas irrefrenables de volver a sus primeros discos, donde su estilo se explayaba en todo su esplendor sin ningún tipo de reelaboración.
Massacre – Mythos -EP- (Nuclear Blast)
Fieles a su estilo de death metal floridano en su versión más sencilla y dinámica, Massacre están de regreso con un pequeño ramillete de canciones animadas y potentes en formato epé, sin demasiadas complicaciones a efectos estilísticos. La parte menos positiva es que tanto el sonido como muchos de los riffs resultan algo simples y bastante machacones, lo cual probablemente se debe a la reciente adición como guitarrista de Rogga Johansson, un señor que saca disco nuevo cada dos semanas con alguno de sus cientos de proyectos simultáneos, consiguiendo que todo lo que toca suene igual, como si viniera de una cadena de montaje. La temática escogida (lovecraftiana) tampoco es de lo más original que uno pueda echarse en cara. En definitiva, se trata de un material ligero y gratificante a pesar de sus flaquezas, pero no deja de ser la parte más sobresaliente dentro del sector más trillado y complaciente del metal contemporáneo.
Mavorim – Non Omnis Moriar (Purity Through Fire)
Con este tercer disco en una línea muy similar al anterior, Mavorim es un buen exponente de la nueva hornada de grupos alemanes de la que hablamos no hace mucho (Mosaic), que combinan black metal, RAC punkoide a lo Absurd, letras en alemán y conceptos culturales muy atados al terruño, añadiendo además en este caso coros épicos muy bien ejecutados. La mezcla suena tremendamente bien, pero no aporta mucha novedad más allá de la fusión, y cada canción apunta en una dirección diferente, lo que genera una clara sensación de dispersión. Se podría hacer mucho más con esta suma de elementos que, siendo buena, no llega a elaborar lo suficiente como para ser sobresaliente, aunque teniendo en cuenta que Alemania siempre ha carecido de una escena de black metal cohesionada, este difuso movimiento estilístico tal vez podría ser la semilla de algo que fuera en esa dirección.
Medieval Demon – Black Coven (Hells Headbangers)
Tuvimos palabras no demasiado ásperas para el predecesor de este disco (Arcadian Witchcraft), pero lo que en él había de sorpresa ya se había esfumado al abordar este nuevo título. A la curiosa y colorida mezcla de metal griego y black metal sinfónico se une esta vez una nueva influencia del horror rock que termina de empujar al conjunto hacia el abismo de lo excesivo, llegando hasta a incluir solos de saxofón a lo Tim Cappello que aquí quedan fuera de lugar por pura saturación. Con este nuevo álbum, Medieval Demon claramente intenta abarcar demasiado, pero es que incluso su base de black metal griego muestra sus limitaciones, porque se aferra al pasado sin explorar caminos diferentes, como sí han hecho los grupos helénicos que siguen siendo relevantes. Para quien no esté familiarizado con esta formación esto puede ser una escucha interesante, pero quien ya los conozca tan sólo podrá confirmar que su fórmula se vuelve cada vez más dispersa.
Midnartiis – Sinew of Sol (Naturmacht Productions)
Sobre cualquier grupo que trate de introducir influencias folk en el black metal pesa la alargada sombra de los veteranos Empyrium. Sin embargo, dicho grupo siempre fue mucho más que esa mera mixtura, tras ella había todo un concepto que pasó a convertirse en algo más desarrollado que la suma de los elementos. Esta one-man band norteamericana, en cambio, no pasa de la combinación de metal y melodías folk en sus expresiones más obvias, y su música se articula en piezas de metal convencionales entreveradas de interludios instrumentales acústicos que quedan separados como compartimentos estancos, sin continuidad de las partes, pareciéndose más a un folk black metal lineal y sencillito, lejos de la sutileza del neofolk. No hay ningún problema en copiar a grupos más antiguos y consagrados, pero si se hace estaría bien aportar algo propio en lugar de ofrecer una versión simplificada de lo mismo.
Miscreance – Convergence (Unspeakable Axe)
Si la definición de lo retro es copiar fielmente algo que ya es viejo, lo de este grupo es el siguiente nivel. En este su flamante debut, estos venecianos pergeñan una mezcla de Atheist, Watchtower y el estilo de death/thrash técnico de finales de los ochenta, en una fórmula bien elaborada pero que suena excesivamente familiar. No contentos con ello, también imitan el estilo del logo y de las portadas de Atheist, y hasta visten los mismos pantaloncitos cortos y camisetas de colorines que gastaba ese grupo en su mejor época, a principios de los noventa. El talento y la destreza interpretativa de Miscreance están fuera de toda duda, pero esa manía que tienen de reproducir con minuciosa exactitud y congelado en el tiempo algo que existió hace ya muchos años sin aportar nada personal resulta, a fin de cuentas, muy vacía y superficial.
Misery Index – Complete Control (Century Media)
Decir que un disco es comercial no es una manera de describirlo como algo flojo o malo en sí, sino como un producto específicamente diseñado para venderse bien. En este caso, a diferencia de muchos otros, no estamos hablando de un álbum mal tocado o compuesto, edulcorado o reblandecido de alguna forma, sino sencillamente de una fórmula elaborada para gustar a todos los potenciales consumidores del subestilo concreto. Esta veterana formación de Baltimore sabe hilar canciones breves y ágiles con algún que otro elemento distintivo y una melodía breve de vez en cuando que hace que entren bien, añadiendo siempre, cómo no, el necesario estribillo recurrente para que nadie se pierda, en lo que constituye un death/grind tan formalmente competente como perfectamente genérico. Las letras mezclan algo de vaga crítica social con temáticas más o menos oscuras para tratar de adornar un conjunto completamente vacío e intrascendente. Sin dejar de ser cien por cien canónico y auténtico, al menos en la superficie, esto es un producto de usar y tirar para una breve satisfacción antes de pasar a otra cosa, como una consumición en algún bar de moda del que uno se olvida a los tres días.
Misþyrming – Með hamri (Norma Evangelium Diaboli)
El nuevo disco de esta formación islandesa constituye un perfecto ejemplo de la tendencia al black metal ortodoxo recurrente en los últimos años en ese país nórdico, que parece haberse convertido en el último reducto de dicha corriente. El álbum no es malo ni mucho menos, pero a este cronista no deja de llamarle la atención su presencia en muchas de las listas de mejores discos de 2022 que ha consultado, cuando en esencia no es mucho más que una recuperación de lo que hacían Funeral Mist y otros grupos del llamado «sonido Necromorbus» a mediados de los 2000, mezclado con el estilo vikingófilo de los primeros Enslaved. La evidente falta de originalidad me hace sospechar que en las alabanzas a este material hay mucho más de nostalgia que de apreciación de verdaderos méritos.
Mortuus – Diablerie (World Terror Committee)
Ya son varios los grupos de black metal activos desde principios de los 2000 que han sacado discos recientes en los que demuestran que han entendido mal la evolución del género en su dimensión atmosférica. Tratando de esbozar una visión más lánguida y contemplativa de su propio estilo, acaban ofreciendo una versión descafeinada e inofensiva del mismo. En el caso concreto de estos suecos, sus temas paulatinos y siniestros de antaño se han convertido en mera repetición estéril y vacía, una sombra del pasado, debido a las duraciones desmesuradas de unas canciones cuyo contenido ha sido claramente estirado y diluido. Como hacen los futbolistas ya entrada la treintena, hay que saber retirarse cuando a uno le fallan el ímpetu y las fuerzas.
Negative Plane – The Pact… (Invictus Productions)
Este disco es una gozada de escuchar precisamente por las mismas razones por las que resulta muy complicado hacer una valoración positiva del mismo: sus influencias, su estilo y hasta la calidez de la grabación remiten directamente a la época del black metal primigenio, entremezclando esa fuente con elementos provenientes del lado más oscuro del heavy metal, algo así como si los primeros Master’s Hammer se hubieran dedicado a versionar a su manera a Mercyful Fate. El conjunto suena realmente bien y la composición se ha hecho con minucia y esmero, pero el resultado es tan suma y deliberadamente retro que no es posible concebir esto más que como un reflejo actual del sonido de otros tiempos. Aquí no creemos en los placeres culpables pero, como todo lo retro, más que creación esto es mera reelaboración.
Pestilength – Basom Gryphos (Nuclear Winter)
En el segundo álbum de este dúo vasco de nombre espantoso encontramos una versión un poco más lenta y oscura del war metal marcial y cadencioso que practicaban Diocletian, con los mismos riffs robustos pero en un marco más ensombrecido y difuso. Lo que se pierde en energía e impacto se intenta compensar por la vía de la textura y la distorsión, pero es una compensación engañosa, porque no se manifiesta en un incremento de la atmósfera y la profundidad, sino que se dilapida en repetición y reverberación excesivas. Como le ocurre a más de un grupo bueno pero no sobresaliente, parece que esta formación encontró un estilo a explorar pero aún le falta una dirección para conseguir que avance. La especie de ameba indeterminada que aparece en la portada es una buena metáfora de cómo aquí hay algo que se intenta expresar pero no se sabe exactamente cómo hacerlo, un problema que sería conveniente corregir en un futuro.
Ripped to Shreds – Jubian (Relapse Records)
Tercer disco de este grupo californiano de death metal, que recientemente ha pasado de ser un proyecto unipersonal a englobar una plantilla completa de músicos, casi todos ellos de origen chino, lo que explica la fijación temática con la cultura de ese país. Ripped to Shreds hace gala de una amplia mezcla de estilos dentro del death canónico, que van desde la escuela de Florida hasta la de Estocolmo, pasando por pinceladas de Demilich o Bolt Thrower e incluso influencias un poco más groove, tocando así casi todos los palos clásicos. Técnicamente es muy competente, sobre todo a nivel guitarrero, pero el planteamiento es excesivamente disperso y heterogéneo, y el álbum termina pareciendo más un intento de combinar influencias que de crear algo distintivo, con la mirada puesta fijamente en el pasado y no en el futuro.
Slugathor – Crypt of the Ancient Fire (Drakkar Productions)
Este antiguo grupo sonará a algunos lectores por haber sido el germen del posterior proyecto Desecresy, con quien comparte guitarrista. Su estilo es un death metal finlandés de riffs robustos y lentos y atmósfera lúgubre, endurecido por una producción más compacta y nítida propia de los 2000. A pesar de las apariencias, esto no es un disco nuevo ni tampoco el fruto de una reunión, sino material más viejo de una época indeterminada que por fin ve la luz en formato álbum. Obviamente se disfruta escuchándolo, pero no es mejor ni más elaborado que ningún otro disco anterior, ni tampoco que cualquiera de Desecresy. Aquí no se perciben atisbos de nostalgia, pero sí se trata de una edición claramente menor que, en opinión de quien suscribe, no justifica una publicación por separado. Tal vez habría sido mejor incluir este material en un recopilatorio a modo de epitafio para disipar la falsa aura de disco “nuevo”, pero también debido a que los discos “perdidos” de grupos ya disueltos generalmente suelen decepcionar, como es el caso.
The Sombre – Monuments of Grief (Chaos Records)
Cuando tu discográfica te define como creador «insanely prolific«, lo cierto es que no te está haciendo ningún favor. Si hay algo que no nos gusta por aquí son los músicos que sacan disco nuevo cada medio mes con algún grupo diferente, no porque desconfiemos de su talento artístico, pero sí de su capacidad para plasmar algo que merezca la pena habiéndole dedicado tan poquísimo tiempo y esfuerzo (Mozart sólo hay uno, y no hacía metal). Lo que aquí tenemos es un death/doom lento y suave con melodías lánguidas y sugerentes, bien ejecutado pero en nada superior ni muy distinto de ningún disco canónico de mediados de los noventa del subgénero en cuestión. Si a ello le restamos cualquier rastro de virtuosismo instrumental y le sumamos la sensación de que el álbum entero está grabado entre dos pausas para echar un cigarro, el resultado, sin ser malo, sí resulta perfectamente prescindible y olvidable, lo cual tal vez sea una de las peores cosas que se puedan decir de una pieza musical.
Tyrannus – Unslayable (True Cult Records)
Desde Escocia nos llega el álbum debut de una formación de reciente constitución, que mezcla influencias de estilos extremos en lo que esencialmente es una forma de heavy/thrash extremo con tintes oscuros pero sin demasiado despliegue instrumental. Un planteamiento tan abierto se queda no obstante en un mínimo denominador común que no va más allá de composiciones lineales y anodinas, con contenido muy escaso en cada canción y una falta general de brillo, en lo que constituye una definición proverbial de la mediocridad. Por si esto fuera poco, el grupo emplea el recurso del mensaje ideológico metido con calzador, en este caso de izquierdas, a modo de cortina de humo para ocultar lo poco que tiene para ofrecer, más o menos lo mismo que suele hacer el campo NSBM opuesto. Proyectos como este nunca deberían salir del local de ensayo o del pub más cercano.
Véhémence – Ordalies (Antiq Records)
Desde la fabulosa portada medievalista al contenido del propio álbum, todo aquí es muy parecido a su predecesor, para el cual tuvimos palabras relativamente positivas en estas páginas, pero también unos cuantos reparos que no han hallado enmienda ni rectificación. Es más, el grupo parece muy satisfecho de seguir en la misma línea, que tiene ya muy depurada, pero que no ofrece mucho más que una mezcla de black metal de riffs melódicos con melodías medievales e instrumentos antiguos, bastante lograda de por sí, pero más bien limitada si uno prevé seguir sacándole partido en discos sucesivos, como es el caso. A nuestro modo de ver, el problema no es tanto el planteamiento ni la ejecución como el enfoque acomodaticio y el nulo margen de desarrollo que puede tener un proyecto de estas características, por mucho que se sitúe muy por encima de la media en lo que a folk metal se refiere. Gustarnos nos gusta, pero ¿para qué quedarnos solamente con eso cuando hay mucho más que se podría hacer y avanzar, como ya nos mostraron los primeros Obsequiae?
Vultyrium – Vultyrium (Werewolf Records)
Esta one-man band finlandesa debería haber aprendido algo más de su compartido de 2020 con Warmoon Lord, otra formación de características similares pero muy superior en lo musical. Su raw black metal tradicional suena a un cruce entre los primeros Mütiilation y Moonblood, lo que quiere decir que pese a emplear algunas melodías sugerentes y hacer un uso eficiente de los teclados, su fórmula resulta muy poco original y también excesivamente plana, el gran defecto de este subgénero minimalista. Hay formas mucho mejores de cultivarlo, empezando por desarrollar una personalidad propia.
Wiegedood – There’s Always Blood at the End of the Road (Century Media)
Producido por nuestros queridos amigos de Century Media Records, este es el nuevo producto de un grupo belga relativamente reciente que busca condensar distintas influencias del black metal tardo-noventero bastante reconocibles, entre las que figuran Ulver, Drudkh o Dark Funeral. Naturalmente, esto se hace de la forma más simple y obvia, sin añadir ningún tipo de desarrollo o matiz, suponemos que apelando al mero factor de la nostalgia que tan bien funciona comercialmente. Los riffs agresivos pueden impresionar los primeros quince segundos, pero después se repiten hasta la saciedad, aderezados por una mezcla de grititos estándar y cantos tibetanos que hacen aún más monótona la fórmula y acaban cansando bastante pronto. Aunque se entiende el tirón que puede tener esto, sobre todo viniendo de un sello con una buena maquinaria de publicidad y distribución, realmente no era necesario un enésimo refrito del black metal noventero más trillado.
Zeal & Ardor – Zeal & Ardor (MVKA)
Llegado ya a su tercer disco, el planteamiento de este grupo, que al principio podía tener su interés, ha perdido ya su empuje inicial y se parece más a una versión acelerada de Lenny Kravitz, repleta de rock y R&B, que a otra cosa. Partiendo de una fusión de black metal con soul y gospel, Zeal & Ardor se había propuesto indagar en cómo sería la música de los esclavos si estos hubieran optado por seguir al demonio en lugar de al Dios cristiano, pero esta premisa, bastante curiosa por lo demás, pierde gran parte de su fuerza al convertirse en fórmula estandarizada. El aporte metalero, que antes era black metal genérico pero auténtico, ahora bebe de una variante más machacona y anodina que tiene más de Meshuggah que de Mayhem. Comprobamos cómo, para crecer y lanzarse a grandes giras, esta formación ha terminado de decantarse por la liga superficial y mainstream de Myrkur, Deafheaven y otros farsantes, a la que probablemente siempre deseó pertenecer.
Escuchando: Dödfödd – 2012 – Demo 10