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ABRIL DE 2018 - DISCO DEL MES:
VARATHRON - PATRIARCHS OF EVIL (2018)


 Este es desde mi punto de vista el primer disco reseñable de este año, que entra por la puerta grande. Los lectores habituales no necesitarán ninguna introducción a este grupo, del que ya hemos hablado con frecuencia y cuyo último álbum comentamos en los albores de esta misma sección. Casi cuatro años después de aquello, Varathron regresa con un nuevo título que está a la altura de las expectativas y ofrece una magnífica escucha de black metal en el inconfundible estilo griego. Al igual que hicieron en Untrodden Corridors of Hades, los veteranos de Ioánnina han sabido mantener ese complejo equilibrio entre el respeto a su sonido clásico y el desarrollo de nuevas formas ligeramente distintas y más modernas, pero directamente emparentadas con sus discos más antiguos. He esperado a tener el cedé en mis manos, tras pedirlo directamente al sello, antes de lanzarme a escribir mis impresiones sobre él, aunque por fortuna ya lo había escuchado previamente gracias a la buena costumbre que tiene Agonia Records de subir todo lo que publica a YouTube, a su nombre y disponible gratuitamente en buena calidad. Otras discográficas hacen lo mismo en Bandcamp, con un resultado igual de positivo. En un mercado tan limitado como el del metal extremo, esta política tiene más ventajas que inconvenientes, porque permite hacer publicidad directa sin grandes costes en lugar de intentar blindar un producto que, a fin de cuentas, no se va a vender en grandes cantidades. De todas formas, los románticos como un servidor no se resisten a adquirir el objeto físico (incluso cuando viene acompañado por un libreto decepcionantemente escueto que ni siquiera respeta el orden de las canciones), no tanto por un sano fetichismo como por apoyar al grupo de la forma más eficaz; aunque después de más de un desengaño, hace tiempo que dejé de comprar discos sin haberlos oído con anterioridad. Con Varathron, no obstante, no parece haber riesgo: su sólida discografía hasta la fecha es garantía de calidad, y pese a que mi sincera opinión sobre Patriarchs of Evil es que no es tan bueno como su predecesor, no deja de ser un álbum excelente y altamente disfrutable.


Varathron - Patriarchs of Evil (Agonia Records, 2018)


 El disco comienza sin prolegómenos, con un tema directo y solemne que condensa en sus melodías de guitarra y ritmos a medio tiempo todas las virtudes y características del black metal típico de la Hélade. Las pistas posteriores exhiben asimismo un estilo muy similar al de Untrodden Corridors of Hades, que diluía el metal primitivo y sugerente de los griegos, reconocible por sus ritmos machacones y riffs en staccato, en influencias heavy metal viejas y nuevas para insuflarle vida y diversidad renovadas. Las melodías fluyen con un control muy preciso, tanto en las frases principales como en brillantes transiciones que sirven de impulso a la narración, todo ello sobrevolado por ágiles punteos de guitarra que dan color y emoción al conjunto. El grupo nunca ha destacado por su excesiva innovación a efectos estructurales, y este álbum no es una excepción, ya que exhibe una organización más bien clásica de las canciones, con una alternancia estrofa-estribillo más propia del heavy que de estilos extremos. Sin embargo, esto tiene como contrapartida el uso sistemático de partes recurrentes que saben cuándo volver para anclar los temas y apuntalarlos. Otros puntos positivos son la producción seca y espesa, muy adecuada para la música y, en el aspecto vocal, lo que posiblemente sean las mejores voces jamás grabadas por Necroabyssious, sorprendentemente variadas e interpretadas con auténtica pasión, por no hablar de ese acentillo griego tan exótico que más que un defecto constituye un elemento de seducción. Varathron sabe además cuándo apretar el ritmo para aumentar la intensidad, recurso que emplea con sabia moderación para garantizar su eficacia, al igual que hace con los teclados, utilizados muy puntualmente para enfatizar determinados pasajes. Todo esto redunda en una genuina variedad dentro de un modelo más bien sencillo y reconocible, con una cohesión compositiva que probablemente se deba al hecho de haber mantenido prácticamente la misma formación desde 2005, al contrario que la mayoría de grupos veteranos con una formación en rotación casi permanente. Los miembros más jóvenes sin duda aportan mucho a efectos creativos, a juzgar por la perceptible distancia en el sonido con respecto a los discos noventeros.



 Mencionamos al principio que uno de los aciertos de este álbum, que comparte con el anterior, es haber sabido incorporar nuevas influencias sin que estas entren en conflicto con los rasgos más antiguos que definían a los primeros trabajos. Con ello nos referíamos a que, a diferencia de lo que ocurre con muchas de las leyendas vivas del metal, el grupo no se limita a repetir una y otra vez la misma fórmula que inicialmente les granjeó el éxito, ni tampoco a cambiar radicalmente de estilo cada pocos años, dando bandazos grotescos en función de lo que esté de moda en cada momento. En lugar de ello, consigue crear de forma sutil y laboriosa nuevas canciones que suenan distintas y frescas dentro de un paradigma reconocible, todo un logro raro y preciado de “modernización” sin autoplagio ni desvirtuación. Como en otras ocasiones, la atmósfera está muy lograda, expresando por medios exclusivamente musicales la idea de un culto antiguo y arcano sin necesidad de letras crípticas ni auras superficiales que traten de envolver en un esoterismo de fachada lo que no pasa de ser música mediocre y estéril, como en muchos de los discos de black metal recientes más aclamados. En este caso, las letras, escritas en un plain english accesible pero no por ello menos sugestivo, oscilan entre terrores lovecraftianos y un satanismo de gusto romántico, y pese a no ser cumbres de la poesía en lengua anglosajona, cumplen bien su función de acompañar a los instrumentos y apuntar en una misma dirección épico-mitológica.

 Mas no todo son cosas buenas en este flamante álbum. El comienzo es inmejorable, con dos temas sobresalientes y un tercero casi igual de brillante, pero a partir de ahí el nivel decae y las canciones se vuelven menos memorables, como en los instantes más calmados del Walpurgisnacht, a pesar de su intachable factura. Esto no significa que sean vulgares compendios de antiguos elementos bien ordenados, a la manera del último disco de estudio de Metallica, en realidad estamos hablando de la distancia tan invisible como insalvable entre lo excepcional y lo meramente bien hecho. Por suerte, la última pista sube un poco el listón con más punteos y epicidad, salvando en parte ese claro desnivel que, en términos generales, reduce el atractivo global del álbum. Disponer los temas de mejor a peor es un método más aconsejable que hacer lo contrario, pero esa merma en la calidad pone de relieve que estamos ante un disco que merece la pena, no uno indiscutiblemente redondo que destaque de principio a fin. No obstante, los cuatro años empleados en pulir el nuevo material han dado su fruto, y aunque Patriarchs of Evil no sea tan espectacular como Untrodden Corridors of Hades, se trata de un título pertinente y especial que con toda seguridad figurará dentro de lo más relevante en aparecer este año.


Belisario, junio de 2018





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