Conjureth – The Parasitic Chambers (2023)


Conjureth – The Parasitic Chambers (Memento Mori, 23 de enero de 2023)

A principios de año apareció el segundo disco de esta nueva formación de death metal estadounidense afincada en San Diego, que profundiza en la misma línea de un debut que nos sorprendió positivamente hace algo más de un año. En su seno milita prácticamente la misma gente que unos años atrás nutría las filas de Ghoulgotha, otra agrupación de old school death metal con más florituras, melodías y personalidad que la media, pero sin ser nada demasiado espectacular. Lo curioso es que en este nuevo proyecto cada uno de los músicos ha adoptado distintos instrumentos, como queriendo dar una vuelta de tuerca a sus cometidos previos. Por ese motivo o tal vez por la experiencia acumulada, Conjureth resulta más aplastante y al mismo tiempo más dinámico que su encarnación anterior. Este segundo álbum sigue la misma vía, en ocasiones de forma demasiado lineal, pero por lo general está más logrado y bien merece la escucha.

El grupo mezcla con soltura death metal floridano con melodías de reminiscencias suecas en una fórmula flexible que no descuida el ruido ni la agresividad. Sorprende un poco la inclusión de riffs algo machacones más propios del thrash metal para hilvanar las secciones y proporcionarles fluidez, que contrastan con otros riffs más oscuros y malignos propios del death metal. Pero lo realmente sorprendente es la clara influencia de los primeros At the Gates en el aspecto melódico, una referencia poco común en el death metal de la escuela de Tampa. Desde las primeras escuchas uno percibe que hay más contenido del que inicialmente sale a relucir, al percatarse de que las melodías aparentemente recurrentes nunca se repiten de la misma manera, y acaban transformándose de forma casi misteriosa en los solos de guitarra que surcan el álbum. Todo está cuidadosamente dispuesto y ejecutado, sin que ello merme la impresión de una agresión continua y un caos controlado.

The Parasitic Chambers se caracteriza también por presentar canciones muy cortas que, salvo la última, rondan todas los tres minutos escasos de duración, en lo que supone un gran esfuerzo de concisión. El efecto es muy positivo, y se suma al hecho de que cada pista incluye algún elemento distinto y especial que la hace sobresalir, como ocurría en el debut. Generalmente se trata de melodías simples pero llamativas, interpretadas mediante diversas técnicas, que van surgiendo en retazos, como de forma espasmódica, contribuyendo a la lograda sensación de apremio. Los riffs también son muy distintos entre sí, y alternan staccatos con otros riffs cromáticos, melódicos o no. La diversidad y el movimiento resultantes consiguen labrar un estilo contundente que no obstante presenta mucho juego estructural y se hace realmente ligero gracias a la fluidez de la ejecución y a la variación casi constante.

Como formación, Conjureth está muy marcada por la presencia a la voz y la guitarra de Wayne Sarantopoulos, otro de esos músicos hiperactivos con docenas de publicaciones simultáneas a sus espaldas. Aunque quien suscribe no es demasiado fan de parte de su producción, como Encoffination o Father Befouled, aquí su posición preeminente sí parece tener un claro influjo positivo, a pesar de una serie de clichés que resultan un tanto convencionales, como el desdoblamiento de voces calcado de Deicide, los estribillos que se limitan a repetir el título o, tal vez lo más sangrante, la estructura casi idéntica a la del primer disco, con una última canción larga que se llama igual salvo por un “II” al final. Este gusto por lo formulaico seguramente sea el mayor reproche que se pueda hacer a esta gente, aunque se compensa con el resto de virtudes anteriormente expuestas.

El encanto y la valía de esta obra se manifiestan sutilmente, sin mostrarse a plena luz. Lo que en un primer acercamiento parece mero OSDM canónico revela más en profundidad una ambición por llevar más allá la forma y dotarse de una verdadera personalidad a través del dinamismo y la riqueza melódica. Este es un grupo de veteranos que sabe exactamente lo que está buscando y de esa forma se desmarca del resto, que es lo que uno espera idealmente de una nueva propuesta como esta. Las distintas partes y elementos reposan unos sobre otros para poder funcionar, y la alternancia y el cambio constantes garantizan que la magia pueda crearse. Pese a su aspecto aparentemente descuidado y caótico, todo está muy estudiado y bien equilibrado, y el producto final es un death metal que, como lo mejor del género, camina sobre el filo de la navaja entre la furia destructora y la complejidad analítica.

Escuchando: Devilpriest – 2022 – In Repugnant Adoration


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