Orthodoxy – Ater Ignis (The Sinister Flame, 23 de septiembre de 2022)
De entre la multitud de discos del año pasado que quien suscribe ha escuchado en los últimos tiempos, este probablemente sea el que más le ha agradado de todos. Se trata del segundo álbum de una formación valenciana llamada Orthodoxy, compuesta por veteranos de otros grupos más longevos, una constante cada vez más común en un panorama metalero cuya media de edad claramente va aumentando poco a poco. El encargado de editarlo es el sello finlandés The Sinister Flame, y su estilo se enmarca dentro del amplio ámbito del death/doom, pero con ciertas características que lo hacen único, como veremos a continuación.
Respaldado por una producción potente y nítida, Ater Ignis se recrea en ritmos lentos y cadenciosos que generan atmósferas pausadas y sugerentes. La batería suena bastante monótona a pesar de su contundencia, mientras guitarras y bajo se emplean en una estridulación constante que desgrana melodías cromáticas repetidas a cámara lenta, con un efecto altamente siniestro. En ocasiones las líneas de guitarra se desdoblan para recalcar con gran eficacia una melodía, en otras se introducen arranques furiosos al estilo Incantation o incluso partes más groove que no desentonan al combinar bien con las ligeras variaciones de ritmo, pero por lo general el avance es uniformemente paulatino.
Como es obvio, un grupo de esta naturaleza se decanta por canciones más bien largas, que sin embargo se hacen ligeras por su fluida sencillez. A ello contribuyen también unos solos de guitarra bastante elaborados, que no sólo compensan la relativa simplicidad, sino que otorgan personalidad a cada uno de los temas al ser enormemente distintos entre sí, y constituyen el elemento clave que acaba de rematarlos. Las melodías sugerentes que aparecen de vez en cuando, junto a algunos intervalos tan pausados que hasta parecen remitir al blues, terminan de redondear una fórmula que no por liviana resulta menos profunda y atrayente, y cuya atmósfera de invocación demoníaca se ve realzada por voces que parecen recitar arcanas odas de alabanza a la oscuridad.
Como hemos señalado, la propuesta de esta formación no es algo realmente novedoso ni complejo pero tiene, entre otras virtudes, la de no sonar directamente a ningún otro grupo. Más que al afamado death/doom holandés, esto remite a los grupos de la escena neoyorquina que se reconocían bajo esa misma etiqueta (Winter, Ceremonium), con influencias de un NYDM más canónico y agresivo, y admite incluso comparaciones con Hooded Menace en su clara querencia por los ritmos lentos, aunque aquí por lo general haya más garra. A pesar de su sencillez, el disco tiene un encanto especial y funciona muy bien, y en cierto modo hasta se podría afirmar que inaugura su propia variedad de dark metal tan minimalista como eficaz, lo que en términos estilísticos supone todo un triunfo.
Escuchando: Carma – 2023 – Ossadas