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MAYO DE 2021 - APOSTASY - DEATH RETURN (2021)


 Hablar de grupos que retornan tras veinte años desaparecidos ya tiene más de moneda común que de hecho milagroso, y aunque más de uno nos haya brindado en los últimos tiempos algunos de los álbumes más destacados del panorama global, a estas alturas se impone el imperativo de distinguir entre los que ofrecen contribuciones significativas y aquellos que principalmente explotan el factor nostalgia, algo no siempre forzosamente negativo pero sí poco original en esta “edad de plata” del metal en que vivimos desde hace un par de lustros. A esa primera categoría pertenece nuestro grupo de este mes, los chilenos Apostasy, que en este su tercer disco completo hasta la fecha, Death Return, ha dado un paso más en la larga trayectoria que les ha llevado desde unos inicios en un thrash/death típico de su escena nacional hasta la máquina imparable de thrash metal recrudecido con influencias de otros estilos extremos en la que han terminado por convertirse. Aquí los tenemos en la mejor versión que puede dar ese subestilo, con una agresividad a raudales impregnada hasta la médula de una sensación de terror y ominosa fatalidad.


Apostasy - Death Return (Fallen Temple, 2021)


 La fórmula de Apostasy parte del thrash/death patentado por sus compatriotas Pentagram a mediados de los ochenta, una vertiente especialmente oscura que bebe más de la densidad de Slayer que de las florituras de Metallica y engendra sus canciones mediante una alternancia básica entre partes muy rápidas y otras potentes a medio tiempo, beneficiándose todas ellas de los enérgicos cambios de ritmo que las van articulando. Como los mejores grupos de thrash de los últimos veinte años, el grupo ha sabido incorporar influencias de estilos posteriores para enriquecer su panoplia de recursos, pero el hecho de contar con un compositor de la vieja escuela les permite acudir directamente a las fuentes sin tener que recurrir a intermediarios. Así, el black metal está presente a través de influencias de los primeros Bathory en los solos vertiginosos y la agresividad constante, las partes más intensas tienen el regusto de los primeros Kreator y Sodom, y todavía queda espacio para alguna que otra melodía en escala frigia dominante, propia de un speed metal más luminoso, que no obstante logra encajar bien con el resto de elementos utilizados.

 Sin embargo, donde el grupo destaca no es tanto en el aspecto estilístico como en la cuidada construcción de sus canciones. Pese a que todas ellas tienen momentos de gran velocidad e intensidad, lo que las hace destacar es la marcada personalidad que exhibe cada una, como si se intentara expresar y desarrollar algo distinto y concreto en cada una de las pistas. De esa forma, la fórmula de Apostasy se desmarca del death/thrash y black/thrash más repetitivos y planos a los que estamos acostumbrados, asemejándose al menos en parte a grupos tardo-ochenteros como Artillery o Turbo, que consiguieron aunar una agresión constante con temas desarrollados y complejos, encontrando una voz propia que hace que sigamos escuchándolos después de muchos años. Por fortuna, la nueva encarnación de Apostasy no olvida sustituir los elementos del thrash ochentero que han quedado un poco viejos o incluso algo kitsch, como los arreglos excesivamente melódicos y sobre todo los característicos agudos a lo Tom Araya o Wagner Antichrist, lo que redunda en una atmósfera más densa y sombría y un poco menos anclada en el tiempo.


DEATH RETURN EN BANDCAMP


 Junto a la personalidad de cada pista, también llama la atención la oscura malignidad que supura de todas ellas, independientemente de los diversos temas abordados por las letras. Desde una intro que remite a la banda sonora de El Exorcista, pasando por los riffs pentatónicos o los lacerantes solos agudos, hasta los medios tiempos aplastantes que aparecen en las canciones más largas, todo se sitúa claramente dentro del reverso tenebroso del metal que desciende directamente de Slayer y Possessed, lo que le otorga gravedad y autenticidad. Unido a la mencionada diversidad formal, este rasgo hace posible evitar ese enfoque tan genérico como inofensivo que suele ser el mayor lastre de cualquier formación de thrash metal contemporánea. Se consigue asimismo dar un lavado de cara a la impronta claramente ochentera del grupo, llevándola a un nivel superior de intensidad y agilidad en lugar de limitarse a beber del pasado, propio o ajeno. Pese a la portada excesivamente colorida y al inglés un tanto vacilante (es muy difícil hacerlo todo bien), los de Valparaíso han logrado exprimir al máximo su subestilo característico y nos brindan su mejor álbum hasta el sol de hoy, una pieza de thrash/death poderosa y perfectamente desarrollada que aporta aire nuevo a un género que suele tender al encasillamiento.


Belisario, junio de 2021





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