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OCTUBRE DE 2017 - DISCO DEL MES:
CROMLECH - IRON GUARD EP (2017)


 Llegados ya a los meses finales del año, es momento de mirar hacia atrás y examinar aquellos discos que nos han sorprendido durante los trimestres previos con vistas a seleccionar los más relevantes del año. 2017 ha sido un año a todas luces más flojo que el anterior, pero así como entre enero y diciembre se edita invariablemente una inmensa cantidad de álbumes prescindibles, también hay siempre un puñado de excepciones dignas que merece la pena salvar. Una de ellas es este discreto EP titulado Iron Guard, que viene firmado por los canadienses Cromlech, una formación relativamente reciente afincada en Toronto, que se enmarca dentro del espectro heavy/doom metal. Su estilo es indudablemente añejo, pero la juventud de sus miembros y su enfoque no convencional le añaden un factor de novedad que es más auténtica aportación que tendencia fútil. Esta breve pieza musical tiene la gran virtud de condensar en un formato compacto los puntos fuertes de su disco debut de hace cuatro años (Ave Mortis), disfrutable pero excesivamente extenso y diluido, cuyo metal clásico, pausado y majestuoso aparece aquí en una versión pulida y trabajada hasta adoptar una verdadera personalidad propia. Con tan sólo dos canciones (Iron Fist / Iron Will y Lair of Doom), además de otra más breve en forma de falso interludio (Unshakeable Weaponthane) y un tema instrumental inusualmente largo a modo de conclusión (Vigil at Earneness), se consigue una profundidad y una riqueza de elementos que sacarían los colores al larga duración más petulante. Destacar en un género tan trillado como es el heavy ochentero es tarea compleja, pero no imposible para quien se deja guiar por su inspiración única y permite que esta se materialice de manera igualmente singular.


Cromlech - Iron Guard EP (Autoeditado, 2017)


 Estos jóvenes canadienses combinan la épica honda y grandilocuente de unos Candlemass con la sencillez adusta de Reverend Bizarre, asimilando influencias múltiples en un todo coherente que no copia directamente a ningún grupo y a partir de elementos familiares consigue crear su propio estilo. Lejos de las convenciones del género, que parece exigir canciones lineales y perfectamente predecibles, Cromlech logra desmarcarse con estructuras inusuales y distintivas que parecen obedecer más a las exigencias de cada tema que a lo que se espera de una formación de estas características. Los dos himnos largos que conforman el grueso del EP rebosan de contenido, y no fatigan en ningún momento gracias a una estudiada variación constante que no tolera el mínimo atisbo de estagnación; las numerosas secciones instrumentales que los vertebran van asentándose para generar tensión y epicidad. Un cantante con talento interpreta las voces en diversos registros, alternando declamaciones con canto lírico y potentes berridos, y los riffs y solos, ejecutados por músicos muy competentes, deleitan hasta el oído más exigente. Pero sin duda lo más destacable es la capacidad para enlazar las secciones de una forma natural y ligera mas siempre dinámica, con variaciones que difieren de las esperadas y relanzan la acción con vigoroso ímpetu. La profusión de partes distintas da como resultado una complejidad de formas rica y equilibrada, dentro de la simplicidad lineal del género, lo que asegura una experiencia trepidante y seductora a cada escucha. Cromlech evoca con éxito la heroicidad mediante elementos tan sencillos e inmensamente desaprovechados como la estructura y la voz, y saben rematar adecuadamente sus canciones largas y densas, pero livianas como cota de mithril. Este es el heavy metal que uno espera escuchar bien entrado el siglo XXI: un material que lejos de limitarse a emular los sonidos del pasado ofrezca, pese a las insalvables constricciones estilísticas, una recomposición nueva, hábil y expresiva.



 Otra dimensión relevante de la música de Cromlech emerge cuando echamos un vistazo a las letras. Lo que inicialmente parecen incitaciones a la lucha apasionadas pero más o menos aleatorias termina revelando referencias histórico-literarias, veladas pero reconocibles, en el primer caso (Iron Fist / Iron Will) vinculadas a la Batalla de las Termópilas y en el segundo (Lair of Doom), un poco más identificables por el uso de nombres propios, al poema de Beowulf. No es raro que un grupo de metal se inspire en la historia y la literatura, pero sí resulta muy grato que no lo haga de una forma literal y simplona, limitándose a enumerar hechos y datos como un niño que copia las frases de su manual de clase de historia, recurso en el que algunos se han convertido en verdaderos expertos (Sabaton), pero que muchas otras formaciones han adoptado en menor medida, incluyendo a Asphyx, Ancient Rites e incluso a los Iron Maiden del “Alexander the Great”. Lo bueno de Cromlech es que no hace falta saber exactamente de qué habla la canción, la hondura épica y la tensión se expresan directamente a través de la música, sin que sea necesario adornarla con un título pomposo y textos tan romos como impersonales. La obra de este grupo se sostiene por sí sola, con más variedad y dinamismo que la mayoría de discos genéricos que pueblan las secciones de novedades de cualquier catálogo o portal web. Este empeño por desmarcarse de lo trivial y previsible hace que uno albergue la impresión de que está ante gente que tiene algo que decir y no se contenta con repetir clichés del pasado por la mera razón de que son de su agrado. Gracias a ello son capaces de extraer vida del cuerpo agonizante del heavy metal clásico, un cadáver aún más corrupto que cualquier otra rama posterior del metal, para traernos himnos que emocionan y cautivan, y sin duda perdurarán en el tiempo, al igual que las leyendas inmortales que han escogido como base para sus letras. La personalidad y el trabajo ambicioso y sincero siempre ganan la partida a largo plazo al tedio de la obviedad, por mucho que los sellos y festivales de mayor tamaño se obstinen en apostar por lo contrario.


Belisario, noviembre de 2017





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