JUNIO DE 2017 - DISCO DEL MES:
UNAUSSPRECHLICHEN KULTEN - KEZIAH LILITH MEDEA (2017)
Bien entrado ya el año, por fin he encontrado un disco decente del que valga la pena hablar. Lo edita Iron Bonehead, más conocido por sacar morralla de moda estilo Bölzer o Possession, pero que como todo sello grande, no deja de contar con algún nombre que merece realmente la pena. En este caso, se trata de Unaussprechlichen Kulten, un grupo chileno que se ha labrado cierta fama con su mixtura personal de death, thrash y black metal al estilo de Sudamérica que tan buenos resultados dio hace un par de años con su tercer disco Baphomet Pan Shub-Niggurath (2014). Bajo una portada tan horrenda como fascinante, que ilustra el concepto del álbum centrado en la figura histórica de las brujas, este nuevo larga duración, titulado Keziah Lilith Medea, es un paso firme en el desarrollo estilístico de una formación que se encuentra más cómoda que nunca en la fórmula que ha ido trabajando durante años, un death metal sólido y potente a medio camino entre Morbid Angel y Sepultura, impregnado de influencias de otras variantes del metal, que le permite expresarse con una voz tan distintiva como adecuada para abordar los temas que le sirven de inspiración.
Lo que más llama la atención al comenzar el disco es la producción pesada y estridente, deliberadamente sobrecargada pero con la suficiente nitidez como para que se oiga todo, una apuesta consciente por una estética sucia y asfixiante que no se suele escuchar a menudo. Bajo estas coordenadas, el grupo despliega sucesivas ráfagas de riffs y batería, en un estilo típicamente sudamericano que remite a Pentagram o Mortem y reposa sobre una base de death metal arcaico densamente impregnada de thrash metal, en la que también hay cabida para influencias del blackmetal que vuelven más espeso y oscuro al formato, sin que por ello deje de ser compacto pero liviano. Lo que en discos anteriores tomaba la forma de canciones breves, dispares y sin florituras se vuelve aquí más homogéneo y ambicioso, con temas más largos y enrevesados que por fortuna no pierden el norte en ningún momento. Los riffs, rítmicos en su mayoría, están hilvanados mediante técnicas muy sencillas, repitiéndose cada uno por cuadriplicado con una aceleración o subida de un tono en el segundo par, un recurso básico explotado por muchos grupos del mismo continente que imprime una urgencia y una tensión muy efectivas. Por encima de la sucesión de riffs simples cabalgan frecuentes solos melódicos o incisivos que dan color al conjunto, intercalándose de forma danzante e imaginativa. Los incesantes cambios de ritmo y velocidad configuran un telón de fondo dinámico y ameno que arropa cada pieza sonora potenciando su aspecto narrativo, porque de eso es de lo que se trata aquí, de contar historias con una misma temática pero con rasgos individualizados. La estructura de cada tema, que parece extremadamente obvia si se analiza paso por paso, adquiere su verdadero significado al terminar cada pista, cuando uno se percata de que todo está perfectamente atado en una misma unidad coherente, sólida y viva. El último tramo del disco, por desgracia, acaba siendo un poco redundante, con una canción algo extraviada que sorprendentemente suena a death metal convencional (The Mark of the Devil) y otra final que repite en exceso lo expuesto anteriormente, sin que esto empañe la brillantez del resto. En esta última resulta también un tanto reiterativo el recurso al midi introductorio, empleado varias veces a lo largo del disco, tal vez por genuina voluntad de cohesión artística, pero que debido a la pura repetición acaba perdiendo el atractivo, en lo que supone uno de los escasos defectos formales claramente identificables.
Probablemente el mayor logro de este álbum sea unir canciones que comparten un mismo estilo pero son lo suficientemente distintas entre sí en estructura y duración como para ser disfrutadas individualmente. Un buen ejemplo de esto es ver cómo el tema más largo, Firma el Libro de la Muerte, con sus ritmos lentos y sus deliberados serpenteos, se contrapone formalmente al más breve, Dentro del Círculo, pese a emplear exactamente las mismas técnicas. Por otra parte, la ejecución aquí es más firme y la música más compacta que en discos más antiguos, quizá también algo menos imaginativa, pero sin duda más centrada, lo que puede percibirse como una buena evolución, que cabría incluso definir como consagración. Con Keziah Lilith Medea, los de Santiago han terminado de perfilar el vehículo perfecto, en forma y esencia, para la temática que les fascina, los relatos de H. P. Lovecraft y sus atmósferas, que constituyen la base de su inspiración, a la que suman motivos satánicos, esotéricos, folclóricos y, como en este caso, la historia de la persecución de las brujas, en el medievo pero también más tarde. Esto puede observarse con todo lujo de detalles en el fabuloso libreto repleto de imágenes e información pero también, y esto es más importante, en la propia música, que logra generar un ambiente afín que plasma sónicamente los contextos evocados. Gracias al libreto se descubre también que las letras son pequeños textos paralelos en castellano y en inglés, que se asemejan a los rótulos bilingües que acompañan a los cuadros de una exposición y, en cierto modo, cumplen una función similar. Esta concepción del disco como álbum en sentido visual, incluso a efectos sonoros, me hace pensar que el material creado por estos músicos es ante todo producto de su rica imaginación, lo cual los sitúa en la selecta categoría de grupos que hacen música inspirados por una idea, en oposición a la inmensa mayoría que imita más o menos diestramente a sus influencias predilectas. Esto se sostendría si pensamos que su fórmula es un híbrido de estilos y técnicas enfocados a un fin concreto, sin una única base reconocible en la que apoyarse. Sea como fuere, con esta nueva obra han destilado una óptima versión de su propuesta que aúna ligereza y contundencia a partes iguales, con un hálito denso y sofocante tan palpable como seductor.