Onslaught – In Search of Sanity (London Records, 1989)
[Por Julio César]
Cuando el heavy metal clásico comenzó a desinflarse y perder popularidad y relevancia a mediados de los 80’s, el siguiente movimiento underground empezó a tomar vuelo radicalizando lo que se había hecho en la música metal hasta ese entonces. A partir de ahí surgirían los géneros comúnmente denominados speed y thrash metal que, aumentando la velocidad e incorporando influencias del hardcore punk, llevaron al heavy metal clásico a un nuevo nivel de rapidez y distorsión.
Con la nueva tendencia underground abriéndose paso por el mundo, surgieron, en distintos rincones del planeta, agrupaciones que decidieron adoptar este sonido y Reino Unido, lugar que vio nacer el heavy metal, no fue la excepción. Entre estas bandas se encontraba Onslaught, una agrupación que, si bien no consiguió cosechar el mismo éxito que el de otras formaciones afines, sí logró posicionarse en el gusto de los fanáticos con dos álbumes que, a día de hoy, son considerados clásicos del género; Power from Hell y The Force, en los que la influencia de bandas como Venom y el Show No Mercy de Slayer fue el eje vertebrador de su sonido.
Posteriormente, con cambios significativos en su plantilla, como la incorporación de Steve Grimmett, mítico cantante de la leyenda de la NWOBHM Grim Reaper, adoptaron un enfoque totalmente diferente en su música, volviéndola mucho más técnica, incluso modificando los valores de producción en la misma, donde cada instrumento puede escucharse de manera mucho más clara y nítida. También se puede percibir que la ejecución por parte de los músicos es más firme y segura, síntoma de una madurez a nivel técnico que no había tenido cabida en sus trabajos anteriores, los cuales eran mucho más crudos.
Con este cambio de sonido, la forma de componer se volvió mucho más flexible y, por lo tanto, permitió al grupo explorar distintos pasajes en canciones largas, dotando a las composiciones de un cierto regusto progresivo que en ningún momento se siente forzado y que es más bien discreto, pues nunca se compromete la agresión en virtud de cualquier intento de refinamiento.
Otro punto clave a considerar es el cambio radical en la temática lírica de la banda, pasando de cantar sobre el mal, el diablo y otros tópicos clichés dentro del metal (de una forma un tanto literal hasta cierto punto) a letras más introspectivas que abordan la locura, tal y como sugiere el nombre del álbum.
De buenas a primeras lo que más desconcierta de este álbum es el hecho de que Steve sea un cantante de heavy metal en primer lugar, así que podemos referirnos a este álbum como un intento exitoso de abordar el heavy metal clásico desde la perspectiva de una banda de thrash metal. Aunque no sea tan salvaje y malvado como su discografía anterior, este trabajo aún conserva una buena parte de esa fiereza que, junto con esa nueva visión artística, lo vuelven un álbum competente y digno de ser escuchado.
Escuchando: Jääportit – 2006 – Avarrus