Kawir – Κυδοιμός / Kydoimos (Soulseller Records, 19 de abril de 2024)
Después de tres discos consecutivos más bien flojos, y con un cambio casi completo de plantilla por el camino en 2023, los griegos Kawir han sacado un nuevo elepé para el cual se tomaron un poco más de tiempo, lo que, como suele ser habitual, ha tenido un efecto muy positivo. Este álbum es más potente y oscuro que de costumbre, y aunque en un principio se muestre algo más espeso y menos sutil que sus mejores obras del pasado, con escuchas sucesivas va desvelando poco a poco su densidad y el secreto de su arte. No sólo se trata de un disco más sólido que sus predecesores inmediatos, con canciones más memorables, sino que presenta una unidad de estilo más definida y supone un nuevo hito en la larga trayectoria de esta veterana formación.
La fórmula empleada en este álbum contrapone riffs cromáticos en trémolo con otros más largos y melódicos, alternando estos últimos con las voces para fundir más adelante ambos elementos a modo de estribillo de recapitulación. El procedimiento es muy sencillo pero también asegura un gran efecto épico, puesto que permite acumular fuerza a lo largo de varios segmentos para acabar liberándola justo al final. Este proceder se ve respaldado tanto por riffs muy sólidos como por una excelente comprensión de cómo vehicular y resolver la tensión en temas rápidos y contundentes, que van volviéndose un poco más lentos a medida que avanza el disco, como si la violencia y el conflicto evocados se fueran calmando y se empezaran a ver de nuevo las cosas con más claridad.
Único superviviente de anteriores plantillas, el vocalista Porphyrion no deja de ser un cantante bastante mediocre por lo monótono y convencional, a pesar de que oír todas las letras en griego sea una experiencia muy disfrutable. En cambio, la adición como teclista del australiano Dis Pater, de Midnight Odyssey, es todo un acierto, pues supone un refuerzo casi equivalente a los instrumentos de viento que tan bien funcionaron en Isótheos (2012), aunque aquí los teclados se emplean casi siempre en un discreto segundo plano. Los demás músicos son competentes pero sin florituras; quien más brilla es quien está al mando, el guitarrista y compositor Therthonax, aunque sus recitados en voz limpia resulten un tanto deslucidos.
El grupo que nos ocupa ha sido casi desde el principio un secundario de lujo dentro de su propia escena, sin llegar a definirla pero manteniendo una parcela de identidad propia claramente delimitada. Pese a ser del todo reconocible como black metal griego, no obedece a los rasgos estrictos definidos por el estilo clásico de heavy metal oscuro de Rotting Christ o Varathron, y por eso su sonido no es prototípico ni está encasillado. Es patente su afinidad con la música tradicional griega, pero sin que ello impida que su sonido sea plenamente metálico. Como tampoco lo hizo Isótheos –probablemente su mejor disco–, esto no rompe moldes ni tampoco lo pretende, pero sí consigue sacar el mejor partido a una fórmula concreta y singular.
Tal vez no sea fácil de apreciar a simple vista, pero la mayor virtud de este álbum es su capacidad para transformar el estilo característico del grupo en una versión más agresiva y oscura del mismo, en consonancia con la temática guerrera abordada. Al centrarse en distintos episodios bélicos, unidos todos ellos por un título que hace referencia a Cidemo, la personificación mitológica de la confusión en la batalla, el disco puede leerse como una especie de reverso tenebroso del Isótheos, tanto en el fondo como en la forma, en lo que constituye un ejercicio estilístico nada desdeñable, así como una nueva reinvención de esta longeva formación, que todavía conserva la capacidad de sorprender.
Escuchando: Cold Meat Industry – 1995 – …And Even Wolves Hid Their Teeth (Compilation)