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Los mejores discos de metal de 2015



 Un año más, aquí está la lista de los mejores discos de metal de 2015. Por primera vez no se trata de una traducción, ya que en esta ocasión me he atrevido a hacer mi propia selección. Evidentemente no he escuchado todos los álbumes que han aparecido durante el año, tan sólo una mínima parte, pero quiero creer que han sido lo suficientemente relevantes como para que mi lista sea representativa, de ahí el título de la misma (“Discos destacados de 2015”). Algunos de ellos ya aparecieron en las reseñas mensuales y no serán ninguna sorpresa para los lectores habituales, otros quizá resulten más desconocidos.

 La forma escogida no es la de un ranking al uso, con el habitual top 10, 20 o 50 (!) que vemos en muchos sitios web musicales con mayor exposición. Ni siquiera he optado por escoger uno como el mejor del año, ya que todos los seleccionados me parecen interesantes por razones tan dispares que no pueden compararse en pie de igualdad. La idea, como otras veces, es proporcionar una relación de álbumes que, conforme a mi criterio, merecerán la pena y podrán seguir escuchándose de aquí a 10 años, y por tanto encierran un valor atemporal, lo único que me parece provechoso de este tipo de listados. Incluyo también una segunda lista de títulos (“Discos no tan destacados”) que no llegan al nivel de calidad requerido pero merecen ser comentados por sus méritos parciales o sus defectos ejemplares.

 Mis motivos para elaborar una lista son esencialmente dos. Por un lado, me parece importante reseñar discos y grupos que puedan haber pasado desapercibidos para una mayoría, y dejar constancia de los mismos para quien quiera echar la vista atrás a lo que el año 2015 dejó de bueno dentro del metal underground (léase death y black metal). Por otra parte, me parece no menos fundamental intentar hacer contrapeso a la creciente tendencia a hacer listas de “best metal of” por parte de sitios parcial o totalmente ajenos al género, integradas casi exclusivamente por grupos de post-rock, stoner, hardcore o cualquier otra mezcla de estilos no metálicos, con excepción de las dos o tres menciones de rigor a las últimas producciones invariablemente redundantes y prescindibles de algún que otro dinosaurio de renombre.

 Así, en dos de las que he consultado (Pitchfork y Spin) el disco del año es el nuevo engendro de Deafheaven, y en otras dos (Metal Rules y Pop Matters, sic), el producto más reciente de uno de los muchos grupos famosos que llevan veinte años sacando una y otra vez el mismo álbum, Iron Maiden. Otra (EW) encumbra a un grupo como Baroness, que es rock ruidoso con dos o tres riffs heavies y suena más a Nickelback que a Slayer, y una sexta (Loudwire), votación mediante, a Ghost, rock retro tan meloso como comercial. Hasta la revista Rolling Stone, en las antípodas del metal, se apunta a hacer la suya, en cuya cúspide figura, por increíble que parezca, ¡Marilyn Manson!

 El problema no es (sólo) que medios ajenos y comerciales husmeen en el metal imponiendo sus criterios superficiales y pecuniarios sobre cualquier baremo de calidad o autenticidad, peor aún es que etiqueten como metal una amplia gama de estilos que no son tal, porque en el momento en que todo vale dentro de un género es cuando éste pierde su identidad y deja de existir como ente diferenciado, como le pasó al rock o al punk. Esto ya ha ocurrido más de una vez en el pasado, en el marco de la sempiterna tensión en el seno del metal entre lo comercial y lo “auténtico”, que desde los años ochenta ha ido dejando una larga lista de aberraciones muy populares y también de perlas olvidadas, con toda una serie de híbridos de distinto pelaje entre ambos extremos, incluidos muchos de los grandes grupos ochenteros.

 En la época actual, con el resurgir de buenos grupos y discos tras el erial que supuso el periodo 1997-2009, la oposición entre ambas pulsiones ha recobrado su vigencia con, por un lado, un montón de formaciones comerciales que tratan de apelar a la audiencia pop/rock, como en los años ochenta y noventa hicieron el glam rock y el nu-metal y, por el otro, una base subterránea de aficionados mejor organizados y conectados que nunca. Frente a esta enésima intrusión del mainstream en nuestro terreno, desde el underground y sus medios humildes pero independientes, como el que leen, tenemos la necesidad y al mismo tiempo la obligación de cerrar filas ante la invasión espuria, celebrar lo genuinamente bueno y destinado a perdurar (siempre conforme a un criterio tan subjetivo como bien fundamentado), ignorar lo malo y señalar lo mediocre y lo falso; con el tiempo cada cosa se irá poniendo en su lugar. Desde esta modesta página, es eso mismo lo que he pretendido hacer.


Discos destacados de 2015


     

 Cóndor - Duin (Gomorrah) 

 Grupo revelación de 2013, pasado año y medio escaso el Cóndor está de vuelta para traernos su segundo trabajo, digna continuación de su excelente debut. Su fórmula de doom/death con numerosos elementos del rock psicodélico/progresivo ya no es tan novedosa, pero el grupo lo compensa con temas más sólidos y firmes, ejecución más segura, mejores voces y un sonido muy superior, siempre dentro del modelo de autoproducción por el que han optado, característica que les honra enormemente. Duin tira más al doom que su predecesor, situándose en un heavy metal con rasgos ásperos en el que hay cabida para increíbles solos al estilo setentero y, sobre todo, una gran libertad en términos estructurales y de entidad de las canciones, cada una con personalidad propia. Lo que hace grande a esta formación novel, además de su pericia compositiva, es que, al contrario que la mayoría de grupos de la escena, parten de las ideas y con ellas expresan la música, y no al revés. Esto los convierte, superando sus limitaciones, en una propuesta fresca y realmente original, y es el pequeño detalle que los pone por encima de casi todo lo que pueda escucharse actualmente.


     

 Cruciamentum - Charnel Passages (Profound Lore) 

 Muchos nos preguntábamos cuánto tardaría este grupo inglés en sacar su primer álbum completo, después de varias publicaciones menores de elevado interés y calidad. La intriga se ha resuelto este año en forma de un disco sólido, coherente, poderoso aunque también un tanto predecible. En él, Cruciamentum consigue sintetizar la fórmula de black/death metal oscuro y robusto en boga en los últimos años con arreglos más melódicos y accesibles, en una obra que logra equilibrar intensidad con agilidad en temas fluidos pero potentes, atmosféricos pero sobre todo tremendamente dinámicos. La baza más destacable del grupo, su minucia a la hora de componer y trabajar los detalles de las canciones, compromete hasta cierto punto la agresividad al otorgarle un rostro más bien amable al conjunto, pero la música es tan variada y brillante que es imposible no rendirse a sus numerosos encantos. Si la intención de estos músicos era dar lo mejor de sí mismos, mi opinión es que lo han conseguido.


     

 Desecresy - Stoic Death (Xtreem Music) 

 Cuarto álbum ya de este dueto helsinguino, que lleva muchos más años en la música de lo que la reciente fecha de creación del grupo haría suponer. Esta experiencia se nota en lo pulido de la presentación, un estilo propio que llevan varios años definiendo, y parte de las estructuras circulares y ritmos machacones de la etapa más reciente de Bolt Thrower para adquirir una vocación ambiental y atmosférica. El contraste entre los instrumentos mantiene la tensión en una elevación permanente, y las extrañas melodías y giros inesperados hacen de este disco toda una experiencia de inmersión en un mundo desconocido, en el que se confunden las entrañas de la tierra y las profundidades del espacio. Un servidor considera que su mejor trabajo, y también el definitorio, es The Doom Skeptron (2012), pero este nuevo título ahonda en la misma vía antes explorada sin agotar las emociones del viaje. ¡Muy recomendable!


     

 House of Atreus - The Spear and the Ichor That Follows (Dark Descent) 

 Bajo este título sugerente nos llega el debut de este grupo hasta hace poco desconocido, que a pesar de remitir a las tragedias griegas en su nombre y sus letras es oriundo de Minneapolis. Al principio el death metal melódico que exhibe sin complejos echa un poco para atrás por lo alegre y luminoso del conjunto, que trae a la mente una multitud de formaciones de estilo sueco a cual más tedioso, y la voz más bien anodina no llega a convencer en ningún momento, pero a medida que avanza el disco uno se va dando cuenta de lo bien construidas que están las canciones, todas ellas con un anclaje sólido y unos riffs sobresalientes, y termina por concluir que esta música está muy por encima del estándar europeo en este subgénero, y puede agradar incluso a oyentes que, como un servidor, no suelen apreciarlo en demasía. De hecho, más que al estilo sueco, el formato se asemeja, con un barniz de modernidad, al de sus compatriotas Arghoslent, grupo denostado por sus ideas controvertidas pero de una calidad musical indudable. En todo caso, se trata de un excelente material para un primer asalto.


     

 Invincible Force - Satan Rebellion Metal (Dark Descent) 

 Este conjunto chileno ha logrado abrirse un hueco dentro del respetado catálogo de Dark Descent, con un primer disco que pese a su brevedad (¡24 minutos!) no deja de ser interesante. Invincible Force practica un speed metal rabioso muy en la onda clásica sudamericana, que bebe directamente de Destruction, con ecos de Pentagram (Chile) y los Sepultura del Schizophrenia, pasados por el tamiz de la música posterior. Hoy en día es difícil militar en ese género sin sonar excesivamente retro, pero al igual que sus compatriotas Ripper, el grupo consigue evitar ese escollo dejándose impregnar por elementos del death y el black metal, como las voces, empleados a modo de piezas de recambio sobre una clarísima base ochentera, por lo que cabría hablar de un thrash metal extremo como el que practican otras formaciones contemporáneas. La producción es maciza y cavernosa, tanto que la batería termina haciendo ruidos sordos al aporrear, pero incluso ese defecto técnico contribuye positivamente a una fórmula extremadamente potente que convence por su rotundidad y deleita por su poder, con canciones tan pulidas y concisas que no tienen un solo segundo de relleno. Con discos así, ¿quién necesita post-metal?


     

 Kaeck - Stormkult (Folter) 

 Álbum del año según deathmetal.org, este artefacto pergeñado por algunos de los músicos más destacados de la escena holandesa de black metal es sin duda uno de los mejores títulos que ha dado 2015. De apariencia sencilla y trivial, es producto de una síntesis tan arriesgada como conseguida, que funde la cadencia y ferocidad del war metal con el alma melódica y misteriosa del black metal clásico, consiguiendo un todo sugerente y agresivo al mismo tiempo. Su producción compacta y extrema distorsión no dejan entrever, hasta pasadas varias escuchas, la estructura distintiva de cada canción, en la que pequeños elementos sencillos se combinan para definir formas complejas que contraponen riffs inmisericordes con teclados majestuosos, apuntalados por una voz narradora que ejerce de perfecto hierofante en esta sesión de iniciación. El hecho de que todas las letras estén en neerlandés añade un plus de opacidad al disco, y termina de dejar claro que su intención es claramente anticomercial. La voluntad de Kaeck es volver a la esencia del género y crear algo nuevo con elementos familiares; salta a la vista que el objetivo ha sido alcanzado.


     

 Macabre Omen - Gods of War - At War (Ván) 

 Vuelve este grupo largo tiempo ausente para brindarnos la mejor versión de su black metal épico y sugerente, profundamente inspirado en los discos más solemnes y ambiciosos de Bathory. Su trabajada factura, la mezcla de estilos homogénea y coherente y sobre todo el hecho de haber conseguido despegarse lo suficiente de sus influencias para volar en solitario hacen de este título una fabulosa obra de metal arcaizante y majestuoso que deleitará a cualquier fan del metal más pagano y evocador. Con este álbum soberbio, Macabre Omen nos brinda uno de los más nobles homenajes a Bathory realizados hasta la fecha pero, sobre todo, nos ofrece un disco con entidad y personalidad propias que logra emocionar e inspirar desde el primer minuto; sin duda uno de los más redondos del año.


     

 Megiddo - The Holocaust Messiah (Barbarian Wrath) 

 Este escueto álbum probablemente sea el más humilde de todos los incluidos en la lista, junto con el de Orcrypt. Proviene de un grupo canadiense que un servidor no había escuchado nunca, y en su escasa media hora de duración desgrana distintos estilos, lentos o rápidos, de un black metal primitivo y rudimentario que suena a los Marduk actuales versionando a Sodom y Hellhammer. Esta pieza sería absolutamente olvidable si no fuera porque todas las canciones están bien resueltas, expresando musicalmente la idea que indica cada título y gestionando sabiamente progresiones simples que llegan a una conclusión lógica, cosa que no puede decirse de la inmensa mayoría de discos con los que uno se topa en su día a día. Por ello me parece de recibo destacarlo, a pesar de su sencillez y falta de pretensiones, entre otras cosas para dejar claro que si todos los grupos pusieran tanto cuidado en la composición no habría tanto bodrio pululando por el mundo.


     

 Obsequiae - Aria of Vernal Tombs (20 Buck Spin) 

 El esperado retorno de este grupo distinto y original se materializa, cuatro años después de su celebrado debut, en este segundo título que logra estar a la altura de las expectativas. A falta de atreverse a reinventar un estilo creado por ellos mismos -una especie de metal medieval que realmente hace honor a su nombre, sonando a música medieval interpretada con guitarra, bajo y batería y con estructuras propias del metal, y no, como en la mayoría de los casos, a un clon de Skyclad con peor música y letras mucho peores-, el grupo ahonda en él para extraer una versión más depurada y perfecta, aunque también previsible. Así, los interludios se dejan esta vez en manos de un arpista, español para más señas, que les da un toque genuino de música antigua, mientras el resto de canciones, esta vez con mejor producción, siguen siendo el desfile de acordes melódicos y bien hilados con más riffs por canción que muchos discos recientes en toda su duración. Se echa un poco de menos el viento fresco que supuso su ópera prima, sobre todo en la parte final de este álbum, un tanto endeble y redundante, pero en conjunto no deja de ser una escucha excelente, con voz propia y muy distinta del tedio habitual.


     

 Orcrypt - Mercenaries of Mordor (Iron Pegasus) 

 Esta entrada puede desentonar un poco con las demás, la mayoría de ellas de elevada calidad, por su falta de originalidad y aspecto amateur. No obstante, lo que me interesa de este misterioso grupo inglés no son tanto sus características estrictamente musicales, que se limitan a un black metal rudimentario tan inspirado por Burzum que hasta incluye pasajes de sintetizador vintage, junto con otras influencias noventeras o más melódicas, sino el espíritu que subyace a la música. Bajo títulos tan poco serios como “Pure Goblin Black Metal” y otros también inspirados en la Tierra Media late la verdadera pasión por la música que lleva a uno a crear aunque el resultado no sea la octava maravilla. Estos temas repletos de citas de las obras de Tolkien (sin samples peliculeros, todas declamadas, que es mucho mejor) rezuman autenticidad y consiguen narrar sus historias de forma amena y convincente, al tiempo que las carencias estilísticas y musicales no son óbice para poder disfrutarlas plenamente.


     

 Varathron - The Confessional of the Black Penitents (Agonia) 

 El mítico grupo griego, en mejor forma que nunca, continúa en la línea de su último álbum, elogiado hace casi un año en estas mismas páginas, ahondando en su mezcla de black metal primigenio con elementos más modernos para dar una nueva forma coherente y actual a su estilo clásico. Este disco trae sólo tres canciones nuevas, muy parecidas a la música de Untrodden Corridors of Hades, en lo que parece el preludio de un futuro larga duración, acompañadas por cuatro temas de distintas épocas grabados en un directo reciente, que además de ser disfrutables per se permiten hacerse una idea de cómo suena en concierto un grupo que nunca se ha prodigado demasiado sobre los escenarios. Pese a la brevedad del material original, este título no deja por ello de ser una de las ediciones musicalmente más sólidas de 2015 en el ámbito del black metal.


Discos no tan destacados


 Archgoat - The Apocalyptic Triumphator (Debemur Morti) 

 Más de uno se extrañará al ver que este álbum no figura entre los más destacados. Muchos argumentarán que se trata de la cumbre de la fórmula de black metal primitivo y crudo desarrollada por el grupo desde los años noventa, con mejores temas, mejor organizados y producidos. No seré yo quien rebata esa opinión, de hecho no me ha parecido un disco malo ni mediocre, y sí bastante disfrutable, pero el problema estriba, a mi juicio, en que precisamente se trata de lo mismo de siempre, posiblemente en su mejor versión, pero congelado en el tiempo en 1993, y eso le resta bastante relevancia, teniendo en cuenta que ve la luz dos décadas más tarde. Esto no quita que pueda gustar a muchos, pero de ahí a título destacado de 2015 hay un paso muy grande.


 Ares Kingdom - The Unburiable Dead (Nuclear War Now!) 

 Este grupo veterano y relativamente reconocido se ha marcado un disco tan previsible como irrelevante. Cierto es que todo está bien tocado y ajustado, en especial las fantásticas voces, pero el estilo es un death/thrash metal más trillado que otra cosa, que no encierra sorpresa alguna y resulta aún más tedioso con cada nueva escucha. No he oído ningún título anterior de esta formación, y después de sufrir este tardaré en hacerlo, pero lo que me queda claro es que por muy respetado que uno sea no hay necesidad de sacar nuevo material cuando no se tiene ninguna idea nueva.


 Deafheaven - New Bermuda (Anti) 

 Esto no debería estar aquí, y de hecho no figura por sus méritos musicales, sino porque alguien tiene que alzar la voz ante lo que se está vendiendo como la nueva revolución dentro del black metal y no es en realidad más que una descomunal impostura. Ya dediqué todo un artículo a diseccionar el fenómeno Deafheaven, y este nuevo disco no aporta ninguna variación sustancial, pues sigue la misma fórmula que el anterior de disfrazar con un barniz de black metal lo que es post-rock con riffs rockeros facilones y melodías emotivas que no tienen nada que ver con el metal. Los largos interludios con piano o guitarra acústica, samples lánguidos, títulos como “Baby Blue” y letras pusilánimes y lastimeras, por no hablar de lo ridículo (¿o irónico, quizás?) de nombre y portada, dejan muy claro que esto no es metal en espíritu ni en estructura, sino tan sólo en superficie; se trata de la incursión frívola en el black metal que podría hacer cualquier grupo de post-rock lo suficientemente pretencioso y petulante. El mayor problema no es la música en sí, sino el hecho de que se venda como metal y se empiece a considerar como tal, porque con el tiempo eso supondría que el género se vea invadido, como ya ocurre en EE.UU., por sucedáneos de rock lánguido y edulcorado que hacen que cualquier fan serio vomite arcoiris pero parecen agradar sobremanera a todo un enjambre de críticos que nunca han escuchado metal de verdad y, si lo han hecho, no lo han entendido ni apreciado de veras. Si toda esa gente iluminada revisara los clásicos, se percataría de que, en primer lugar, los nuevos grupos revelación no son tan originales ni novedosos y, en segundo, no surgen de la tradición del heavy metal sino del hábito que tiene el rock de intentar, cada varios años y de formas siempre distintas, fagocitar y asimilar al metal.


 Grave - Out of Respect for the Dead (Century Media) 

 Grave es uno de los pocos grupos suecos originales que siguen en activo, y saca aún discos nuevos con un cierto nivel de calidad. Su estilo es ligeramente anterior a la explosión melódica de la escena death metal de su país, y a él han seguido más o menos fieles con el paso de los años, mientras la mayoría de sus compatriotas se hundían bajo su propio éxito. Su música es extremadamente básica pero muy directa y potente, y gracias a esa fórmula sencilla pero efectiva han conseguido publicar algún que otro disco notable incluso en fechas recientes, como su anterior trabajo Endless Procession of Souls (2012). El álbum que nos ocupa se parece mucho a este último, y en parte por ello entra más en la categoría de lo redundante, ya que a pesar de un par de trallazos que por sí solos justifican la escucha, el resto de canciones, especialmente las lentas, resultan un tanto pesadas, porque en ellas se hacen patentes las limitaciones de un estilo muy minimalista que en esencia apenas ha variado desde su clásico debut Into the Grave de 1991. Entiendo que el grupo necesite sacar algo nuevo de vez en cuando, pero se me ocurre que acudir a sus conciertos y/o comprarles una camiseta es una forma más adecuada de apoyarles que adquirir un álbum que no tardará mucho en caer en el olvido.


 Marduk - Frontschwein (Century Media) 

 He aquí el nuevo título de la máquina perfectamente engrasada y funcional en la que con el paso de los años se han convertido los suecos Marduk. Debo confesar que este grupo nunca ha sido santo de mi devoción, no por ninguna manía personal, sino porque durante su larga trayectoria con numerosos álbumes de estudio nunca han sido capaces de sacar un solo disco realmente fundacional y representativo, por no decir personal, y siempre se han dejado llevar por las modas imperantes en su tiempo, fuera el primer black metal nórdico, la carrera de la velocidad a finales de los noventa o la tendencia “ortodoxa” ya entrado el nuevo milenio. Desde que Mortuus de Funeral Mist entró en el grupo hace una década, la formación ha ganado en coherencia temática y estilística, a cambio de convertirse en una continuación de Funeral Mist con mejor guitarrista, pero a pesar de ello sigue sin haber publicado nada que supere lo meramente interesante y bien tocado, al menos a juicio de quien suscribe. Frontschwein no es ninguna excepción, planteando un disco temático centrado en aspectos menos conocidos de la Segunda Guerra Mundial, con la típica alternancia entre temas rápidos y agresivos y alguna que otra canción lenta que termina desesperando al oyente por su duración excesiva. En general los riffs son buenos, pero las canciones resultan demasiado sencillas y autocomplacientes como para suponer ninguna novedad reseñable.


 Melechesh - Enki (Nuclear Blast) 

 Los israelíes más famosos del mundo del metal (con permiso de Orphaned Land) vuelven a sacar disco tras cinco años de proceso compositivo. Por el camino han recuperado al guitarrista principal, que se había marchado temporalmente, e incluso a su batería original, lo que podía interpretarse como buen presagio de cara al nuevo álbum, pero no hay que olvidar que estos músicos ficharon hace tiempo por Nuclear Blast, y eso implica la obligación contractual de sacar un producto vendible antes que una obra de arte sónico sin compromiso. Enki ofrece la misma mezcla original de estilos que ha hecho célebre al grupo, articulada esencialmente en base a un power metal con multiplicidad de influencias extremas y un aroma orientalizante en sus escalas, instrumentación y temática. La fórmula es consistente y el grupo sabe ejecutarla a la perfección, pero la parte negativa es que este disco no ofrece nada que no pudiera escucharse en el anterior, The Epigenesis, o en los clásicos de su primera etapa, como Djinn o Sphynx. Uno termina de escuchar la horaza entera de duración y se queda exactamente igual que al comienzo, con la sensación de haber oído algo bien hecho y bastante personal pero sin que ninguna de las canciones le haya marcado especialmente, y eso para una formación que ha logrado grandes cosas en el pasado equivale a un fracaso.


 Mgła - Exercises in Futility (Northern Heritage) 

 Que este título aparezca en unas cuantas listas populares es algo que no me extraña mucho. Sin llegar a sacar un disco malo ni a “venderse”, este grupo polaco ha logrado algo que está al alcance de muy pocos: un álbum de black metal que cualquiera puede escuchar. Los buenos riffs de siempre, que cimentaron su reputación inicial, están aquí, pero al servicio de canciones reiterativas y simplonas que, obviando las voces y la distorsión, podrían ser indie pop. El hecho de que no haya ni un solo tema en su lengua nativa, como otras veces, es un indicio más entre muchos de que lo que Mgła busca con esto es gustar a más gente, y quizá lo hayan conseguido, aunque ello suponga haber sacado el disco más flojo y conformista, que hace triste honor a su nombre, de una carrera que avanza hacia la fama al mismo ritmo vertiginoso en que disminuyen la audacia y la creatividad. ¿Merece la pena? Ellos sabrán.


 Myrkur - M (Relapse) 

 Ante ustedes los nuevos Deafheaven; tanto es así que en un par de meses ambos grupos se irán de gira juntos. A diferencia de los insufribles y pretenciosos californianos y su post-rock disfrazado de metal, este nuevo proyecto afincado en Nueva York sí que es black metal, pero en su peor versión. Renunciando a cualquier coherencia estilística, las canciones exhiben un batiburrillo de influencias sin digerir que van desde Storm y un seudoclasicismo meloso (en intro e interludios) hasta trocitos crudos de Ildjarn que pronto degeneran en un rock facilón de apariencia oscura a caballo entre Ghost y Ensiferum, pasando por un flagrante plagio a My Bloody Valentine que parece ser el núcleo de la propuesta, si es que realmente hay uno, porque el problema de este esperpento con vocación claramente comercial es que cada una de las canciones es de su padre y de su madre, no pega nada con las demás y no suma a una visión de conjunto que brilla por su ausencia. Si este disco figura aquí no es obviamente por sus propios méritos, sino porque está pidiendo a gritos un comentario honesto después de que el “grupo” (en realidad, una petarda danesa metida a artista) haya sido encumbrado de la noche a la mañana por crítica y público, figure en carteles de grandes festivales y parezca a todas luces la sensación del momento. ¿Cuál es su secreto? Una chica nórdica que hace black metal, pero sobre todo, que sabe adoptar poses lánguidas con un vestidito blanco. ¿Qué se pensaban?


 Nocternity - Harps of the Ancient Temples (Necroshrine) 

 Este grupo griego poco activo durante la última década regresa con formación renovada y nuevo disco completo, lo que sería motivo de alegría si no fuera porque el resultado no está a la altura de lo que cabría esperar. Su black metal antaño épico y sugerente se ha convertido en un paisaje plano de ritmo lento y monótono al que los ocasionales solos de guitarra no consiguen insuflar vida, y las canciones se van sucediendo discretamente dejando la impresión de que ninguna de ellas termina de arrancar. Por si esto fuera poco, la primera mitad está reciclada de los dos EP publicados por el grupo en años anteriores (lo mismo que la portada, que pertenece a una sesión de fotos de hace más de diez años), lo que hace pensar que estamos ante un recopilatorio en lugar de un disco unitario, aunque el estilo sí sea homogéneo. A pesar de todo, el material se deja escuchar y tiene algunos puntos interesantes, pero como álbum de Nocternity está muy por debajo del potencial exhibido en otras ocasiones, y sus escasas virtudes no compensan los defectos evidentes.


 Possession - 1585-1646 (Iron Bonehead) 

 Cada año trae su dosis de nostalgia en forma de música, y esta vez su nombre es Possession. Este grupo ha recibido cierta atención por parte del sector más true, ya que su propuesta retro debe sin duda satisfacer a los fans del black metal más purista. Sin que a mí me disguste del todo, considero que este EP no aporta nada que uno no pueda escuchar en Master’s Hammer o cualquier otra formación ochentera de black metal clásico. Es más, marean tanto la perdiz con intros sugerentes y presentación old school que al llegar al meollo de la propia música ésta resulta bastante simple y poco inspirada, más allá de la manifiesta veneración por todo lo bueno que este género aportó hace más de dos décadas. No he escuchado nada anterior de este grupo, pero teniendo en cuenta que sus músicos deben de ser bastante jóvenes, supongo que darán conciertos animados, y que, si no lo han hecho ya, podrán sacar en el futuro alguna obra más personal y genuina, pero por el momento parecen tener más de novedad pasajera que otra cosa.


 Skepticism - Ordeal (Svart) 

 Este grupo finlandés, pionero del subestilo funeral doom, es una de las escasas formaciones veteranas de metal con una discografía impecable, al menos hasta la fecha, que en circunstancias normales figuraría sin dudarlo en la primera parte de esta lista. Este nuevo álbum, sin embargo, presenta varias carencias que lastran mi impresión general. En primer lugar, las canciones, aunque densas y envolventes como de costumbre, resultan excesivamente largas para el escaso contenido que encierran, con partes muy repetitivas que podrían haberse condensado o trabajado un poco más, si comparamos con su excelente predecesor, Alloy (2008). Por otra parte, el formato de disco en directo escogido para la ocasión no favorece al grupo, ya que las voces, que por lo general no son nada del otro mundo, revelan aquí nítidamente sus limitaciones, al tiempo que los ocasionales sonidos de fondo (gente hablando, ruido de vasos) rompen la atmósfera en lugar de realzarla. No es que el estilo no se preste per se al directo, pero grabar un concierto de estas características resta mucha precisión y entidad a la música, lo que afecta negativamente al resultado final, y teniendo en cuenta el alto nivel de calidad al que Skepticism nos tiene acostumbrados, este nuevo álbum queda por debajo de las expectativas suscitadas, máxime cuando ha pasado más tiempo que nunca desde la última publicación.


 Temple of Baal - Mysterium (Agonia) 

 Aquí tenemos el quinto asalto de los parisinos Temple of Baal, que vuelven a ofrecer su black/death metal potente e intenso en canciones bien estructuradas y atractivas al oído. Surgidos a finales de los noventa, cuentan con una trayectoria lo suficientemente amplia como para estar seguros de su arte y afianzados en su estilo, que a pesar de sonar convincente en un principio pronto revela sus carencias. En efecto, crear música de tanta intensidad que prácticamente deriva en un clímax continuo, salvando breves instantes de tregua, acaba siendo contraproducente si uno gusta de explayarse en canciones largas, que en esta ocasión conforman un disco de casi una hora de duración. Se trata del mismo problema que aquejaba a otros grupos de black/death extremo como sus paisanos Arkhon Infaustus, que al menos procuraban no extender sus álbumes más allá de la cuenta. Una fórmula tan agresiva debería conjugarse en temas más compactos y variados, experimentando con las estructuras para lograr mayor complejidad (un ejemplo inspirador podría ser Antaeus), por no hablar de lo trivial de las letras de glorificación estándar a Satán, que a estas alturas se hacen un poco cansinas. En la pericia de estos músicos se ve que hay margen para mejorar, o al menos hacer algo distinto, si es que todavía no están totalmente acomodados.


 VI - De Praestigiis Angelorum (Agonia) 

 Algo en mi interior me pide que adore este disco sin miramientos, pero desde que escribo reseñas me obligo a mí mismo a analizarlo todo minuciosamente antes de abrazar nada nuevo, lo que dificulta enormemente cualquier aceptación absoluta. Este grupo, afincado en la capital de Francia como el anterior y de nombre tan escueto como críptico, nos presenta aquí su primer LP, y cuenta entre sus filas con tres miembros que han pasado todos ellos por Aosoth (uno de ellos es su principal compositor), dato que sin duda explica en buena medida su orientación musical. Lo que tenemos aquí es black metal ortodoxo al uso, con ritmos y cambios ágiles, atmósfera en tensión pero con cierta dosis de solemnidad y ese gusto por lo esotérico que se manifiesta en detalles como las letras en francés y los títulos de las mismas, de longitud imposible, que remiten al Apocalipsis y la resurrección de los muertos. Las canciones están muy bien hilvanadas y acabadas, aunque en su confección se percibe, junto a un innegable sentido de la armonía, un gusto excesivo por modelos rígidos y fórmulas trilladas, defecto que lastra asimismo la mayor parte de la producción de Aosoth, a la que este álbum se asemeja demasiado en términos compositivos como para conseguir afianzar una identidad propia. En definitiva, un disco competente y disfrutable por parte de un grupo de muy alto nivel que necesitaría inventar un estilo a la altura de sus capacidades.





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