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El nuevo disco de Morbid Angel
No incluiremos aquí una reseña del nuevo disco de Morbid Angel; cuando lleguen al final del texto sabrán por qué.
Primer supuesto: no tiene sentido regodearse en lo que uno odia.
Segundo supuesto: si se da una tendencia lineal a peor, lo más probable es que los productos más recientes sean malos.
Combinen ambos supuestos.
Morbid
Angel fue un grupo fabuloso y prometedor en sus tres primeros discos
porque lo impulsaba la fuerza del material compuesto durante sus días
de hambre y escasez. Por días de hambre y escasez me refiero al tiempo
en que vivían en Tampa, trabajaban en un túnel de lavado, vivían juntos
en la misma casa, se metían un montón de drogas y, lo más importante,
componían y tocaban el material que aparecería en su primer álbum. Es
decir, lo tocaban una y otra vez hasta que quedara bien. Era algo muy
parecido a lo que hicieron Slayer en sus primeros tiempos.
Abominations of Desolation
era un disco estupendo, pero un poco desorganizado. Mike Browning
aportó material creativo y clarividente, David Vincent hizo las veces
de administrativo o director comercial, puliéndolo hasta la más pura
esencia. Como resultado, Altars of Madness y las partes con menos florituras de Blessed Are the Sick son
puro poder y dan la impresión de no tener una sola nota de más.
Habiendo alcanzado cierto grado de madurez musical, se volcaron en Covenant…
aunque no del todo. El tema instrumental era correcto, pero muchas de
las demás pistas eran ideas reaprovechadas de antiguas canciones que se
habían quedado fuera; añadieron una versión de “Angel of Disease” un
tanto fuera de lugar y compusieron unas cuantas canciones nuevas que
sonaban potentes, pero no estaban conectadas en una unidad como las de
los dos primeros discos.
Hasta aquí su fabulosa producción creativa.
¿Realmente es necesario despotricar contra los discos que vinieron después?
Vayamos
por otro lado: una vez que uno entra en la industria musical, su recto
deja de pertenecerle. Pasa a ser propiedad de otro, que tiene derecho a
abrirlo e introducir algo en su interior. La razón de esto es que los
músicos en general son gente descuidada que no se lee los contratos, se
niega a entender cómo funcionan los negocios y, para compensar, hace
como si estas cosas no tuvieran importancia.
Como
resultado, son presa fácil para la industria del disco. No tiene
sentido echarle la culpa a la industria, en realidad, ellos son “los
buenos”, porque son los que se encargan de extraer material de unos
perpetuos adolescentes histriónicos, autocomplacientes y narcisistas, y
de convertirlo en un producto para que dichos individuos
semi-funcionales puedan seguir existiendo. Sin embargo, como
consecuencia, acaban adoptando el papel de padres... y tienen que
recordar a los músicos que deben hacer algo de provecho.
Mientras tanto, los músicos examinan el mercado. El death metal
vende cincuenta mil discos; Pantera, Slayer, Marilyn Manson,
Metallica, Megadeth, Tool, Primus, Rage Against the Machine, Nirvana,
Mudhoney y Sonic Youth venden millones. Así era el mercado en 1995. De
modo que, con un pequeño empujoncito por parte de la discográfica, los
grupos cambian. Aquí cometen un terrible error: sus fans los aprecian
porque no son Nirvana/Pantera, e intentar ser lo que no se es no es un
buen método para convertirse en una copia inferior de ello. (La
respuesta correcta en este punto sería hacer álbumes más técnicos,
apasionados y realistas, pero eso es difícil, y requiere NO comprarse
el chalé acogedor en las afueras, volver al trabajo de mierda en el
túnel de lavado y seguir viviendo juntos en una casa, haciendo música.
Es necesario dedicar la vida entera, o al menos la mayor parte. Por
supuesto, quizá podría uno vivir en otro chalé que estuviera más cerca,
pero cada paso que se dé en favor de la comodidad aleja la posibilidad
de salir corriendo del trabajo y llegar en seguida a casa, con ganas
de improvisar durante toda la noche y hacer que la música suene
realmente bien. No el producto, la música. Vaya, estoy divagando…)
Un montón de grupos de death metal
se dieron cuenta hacia 1994 de que eran parientes cercanos de
Nirvana/Pantera/Tool, y de que si esa gente estaba ganando dinero a
espuertas, quizá los grupos de death metal también podrían
hacerlo, con un pequeño cambio. Cambiaron, se convirtieron en copias
inferiores de otros, y su paso por los libros de historia terminó
abruptamente. Si hubieran seguido haciendo música de calidad, habrían
vivido en la misma vivienda de mierda durante otros siete años, pero al
final habrían acabado aprendiendo una primera lección de
microeconomía: si uno ha sacado siete discos, y todos son muy buenos,
es posible que no venda tantas copias como las que vende Pantera de un
solo álbum, pero se tendrá un flujo constante de fans que lo verán a
uno como “lo realmente auténtico”, y aunque compren menos discos, lo
hacen de forma sistemática. Y los compran todos, así que el primer
disco conseguirá las mismas ventas que el más reciente (esto se vio con
Metallica, antes de que se echaran a perder, cuando lograron encajar
sus cuatros primeros discos y un EP en el Top 200).
Teniendo
en cuenta todo esto, se puede intuir lo que ocurrió con Morbid Angel.
Tuvo que ser desagradable: innumerables peleas por tonterías,
negociaciones interminables de contratos que no se habían leído antes de
firmar, odios entre los componentes, echándose la culpa del fracaso
unos a otros. Y poquísimo tiempo dedicado a la música, a hacer la
música que ellos (Morbid Angel) querrían realmente escuchar, no aquella
que en su opinión estuviera a la altura de lo que Tool o Pantera
acabaran de vomitar por aquella época.
¿Alguien quiere aún una reseña de lo último de Morbid Angel? Formulas Fatal to the Flesh estaba bien, todo lo demás ha sido un fracaso. Domination intentó combinar el grunge con Pantera y el death metal, Heretic
era directamente Tool tocado por Pantera, el disco en directo era
decente, pero lo que todo el mundo quería oír eran los solos de
Brunelle en las canciones antiguas, Gateways to Annihilation era una confusión de estilos, y ahora hay uno nuevo, que presumiblemente sigue la misma progresión.
Ya no
se busca una entidad musical con el nombre de Morbid Angel, se busca
hacer negocio. Y ese negocio tiene éxito engañando a adolescentes
imbéciles para que compren basura que está de moda. Se trata de un
modelo de negocio muy viable, sencillamente porque nuestra sociedad
valora a los imbéciles, los protege, y quiere garantizar que todos
seamos iguales para que los imbéciles prevalezcan sobre la gente
inteligente. Los miembros de Morbid Angel comparten esta visión de las
cosas. Sin embargo, ahora mismo, la elección para ellos está entre
vomitar otro disco comercial y sacar tajada a la ramera vejada y
necrófila en que han convertido a su buen nombre, o volverse a trabajar
al túnel de lavado.
¿Qué es lo que haría el lector?
Ah, ya decía yo.
Por Steve Brettens, Lontinuak, Pijay Vrozak y L.M. Hencken
(traducción de la reseña publicada en el Dark Legions Archive el 09.06.2011) |