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FEBRERO DE 2017 - DISCO DEL MES:
MORTEM - DEINÓS NEKRÓMANTIS (2016)


 Para este mes había pensado reseñar lo nuevo de Goatmoon o el debut de White Death, si alguno de los dos fueran de mi agrado, pero después de escucharlos varias veces me di cuenta de que el primero no es sino una versión más pobre de lo que el mismo grupo hiciera en Varjot, ya de por sí un compendio de luces y sombras (valga la redundancia, por el título en finés), y el segundo está demasiado impregnado del estilo de Goatmoon como para brillar con luz propia. Ambos discos tienen buenos pasajes de black metal, pero su insistencia en orientarse hacia el aspecto más festivo y ligero del folk conduce en opinión de quien suscribe a un conjunto irregular y disperso. Por ese motivo, he decidido centrarme en uno de los discos del año pasado que aún quedaban por comentar en detalle: el último larga duración de los peruanos Mortem. Hasta hace poco, este grupo había sido para mí uno de esos nombres que uno oye mencionar en reiteradas ocasiones sin llegar a encontrar una buena excusa para abordar su música. El pretexto llegó con la aparición de un nuevo álbum diez años después del anterior, sin contar varias publicaciones menores durante el intervalo. La criatura lleva por nombre Deinós Nekrómantis, y me deslumbró tanto que lo primero que hice fue explorar el resto de su discografía para indagar en el origen y la trayectoria de la formación limeña. Lo interesante del asunto es que, pese a haber tenido desde siempre una voz bastante única y diferenciada, la escucha de todos sus álbumes en orden cronológico revela un perfeccionamiento constante y concienzudo de la misma fórmula hasta llegar a su versión más avanzada, que es la actual. Son muy pocos los grupos que puedan presumir de algo así (sólo me viene a la mente Sammath), especialmente con un recorrido tan extenso, ya que las raíces de Mortem se remontan a los años ochenta, aunque el debut propiamente dicho no llegó hasta 1995, lo cual, pese a denotar dificultades iniciales para salir adelante, quizá sea lo que ha permitido que aún les quede cuerda y margen para seguir creando.


Mortem - Deinós Nekrómantis (Iron Pegasus, 2016)


 El estilo del grupo se enmarca dentro del sonido clásico de los grupos sudamericanos de thrash/death, cuyo más claro exponente fue la escena brasileña de Belo Horizonte, con Sepultura y Sarcófago a la cabeza. Estas formaciones se caracterizaron por exhibir un thrash metal recrudecido, con ráfagas de batería machacona y estructuras de riffs que se separaban del corsé speed metal para asumir el timón en las canciones, presagiando el método que un poco más tarde adoptaría el incipiente death metal. Mortem llegaron un poco más tarde, de ahí que sus riffs se asemejen también a grupos de death metal canónico de la vertiente más rápida y fluida, como Vader o Mortuary, con gran intensidad y tensión constante. Sus temas se construyen mediante salvas de riffs que emanan de dos guitarras tocando en paralelo sobre líneas de batería muy simples que sirven más como telón de fondo que como soporte firme. Cada poco tiempo aparece un solo vertiginoso e imaginativo, que rompe la monotonía y deslumbra al oyente como lo haría un poderoso relámpago en medio de una tempestad. También son notables los marcados cambios de ritmo, en ocasiones tan abruptos que parecen saltos al vacío, como en mitad de la primera canción, acaparando toda la atención para después retomar la narración sin perder del todo el hilo. A pesar de las similitudes con los grupos antes mencionados, el lenguaje de Mortem es propio y reconocible, lo que les otorga una innegable personalidad. Ningún tema es excesivamente complejo en su composición, pero todos ellos son distinguibles entre sí, otro punto positivo de cara a escuchas reiteradas. En conjunto se trata de música potente y bien conducida, diseñada y ejecutada por unos músicos que han desarrollado pacientemente sus aptitudes y preferencias hasta obtener una fórmula totalmente depurada.



 Las estructuras son más bien clásicas, aunque no por ello menos efectivas, y el sabor añejo de la música no debería extrañar, tratándose de un grupo veterano que no nació precisamente antes de ayer. En cuanto a la innovación en términos generales, poco encontraremos aquí, pero no es algo que se eche en falta en un formato tan sencillo y directo como potente y disfrutable. Igual de poderosas son las voces, rugientes y agresivas como corresponde a este género, respaldadas en ocasiones por gritos casi agudos y réplicas deformadas artificialmente para adquirir un timbre demoníaco, recursos ambos muy ochenteros que no han envejecido del todo bien pero tampoco están fuera de lugar. Las letras, por su parte, parecen inspirarse al mismo nivel de los tratados de demonología y el cine de terror. La única pega que tiene el disco tal vez sea la inclusión de una versión de Venom, que no termina de encajar del todo con el resto, pero su breve duración hace que resulte más un interludio divergente que un verdadero cuerpo extraño. No sería demasiado descabellado afirmar que Deinós Nekrómantis supone la cumbre del estilo del grupo, esbozado a grandes rasgos en Demon Tales (1995) y fijado casi por completo a la altura de De Natura Daemonum (2005). A decir verdad, no hay cambios drásticos de un disco a otro, sino una evolución sutil de la expresión musical, que se vuelve más concreta y al mismo tiempo más elaborada. Esto podría parecer poca cosa, si no fuera porque no son muchos los grupos longevos capaces de conseguir cada vez la mejor versión de sí mismos, incluso en los directos, por lo que he podido averiguar. No tenemos aquí por tanto a la típica formación con un primer álbum soberbio y un lento declive posterior, sino más bien lo contrario. Deinós Nekrómantis es, para quien suscribe, el mejor disco de Mortem hasta la fecha, lo que tras treinta años de actividad de los peruanos es mucho más que un cumplido, es un absoluto triunfo.


Belisario, marzo de 2017





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