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DICIEMBRE DE 2015 - DISCO DEL MES:
MACABRE OMEN - GODS OF WAR - AT WAR (2015)


 Quiero aprovechar esta última reseña del año para comentar otro disco que vio la luz en las primeras semanas del mismo, pasando desapercibido para mí hasta no hace mucho. No lo he visto en ninguna de las listas más mainstream de álbumes destacados de 2015, y me extraña un poco, dado que sé por una fuente fiable que al menos en España las copias han volado en tiempo récord, aunque por otro lado no se me olvida que dichas listas se nutren en su mayor parte de nuevas propuestas seudooriginales y llamativas, mezclas de estilos de metal diluidos y simplificados, y esta obra en cuestión está en las antípodas de dicha categoría. Gods of War - At War viene de la mano de Macabre Omen, un grupo longevo pero poco prolífico, inicialmente radicado en Grecia hasta que su miembro principal y casi exclusivo, que responde al helénico nombre de Aléxandros, se asentó hace ya tiempo en Londres. Un servidor lo conoció a través de un excelente split que sacó el pequeño sello Spikekult Rekords, en el que se codeaba con formaciones de la talla de Judas Iscariot y Krieg (None Shall Escape the Wrath, 2000), y volvió a disfrutar con él cuando apareció su álbum debut a través de Blutreinheit Productions, un oscuro sello polaco consagrado principalmente al NSBM (The Ancient Returns, 2005). Aquel disco fue de mi agrado, aunque me resultó excesivamente similar al Twilight of the Gods de Bathory y a ...Again Shall Be de Hades, que a pesar de sus méritos indudables bebe directamente del de Bathory. Esta nueva obra, por fin en un sello con verdadera proyección, Ván Records, ha tardado diez años en llegar, durante los cuales prácticamente no ha trascendido más música nueva, con excepción de un par de minitributos a Bathory. Durante todo este tiempo, el grupo ha logrado transformar un estilo antes derivado y por desbastar en una fórmula madura e independiente, que exhibe sus raíces con honestidad y orgullo pero al mismo tiempo apunta a algo más grande e íntegro.


Macabre Omen - Gods of War - At War (Ván Records, 2015)


 Gods of War - At War nos brinda una horaza entera de música que en ningún momento se hace pesada. Sus orígenes, que ya hemos mencionado, son inequívocos, y la apuesta también es clara: lo que aquí tenemos es black metal épico y arcaizante, al nivel de los mejores grupos clásicos de pagan metal. El disco se abre con ruidos de barcos y ambiente marino, seguidos de coros que recuerdan mucho a las canciones del Hammerheart. A partir de ahí va tomando forma un black metal que mantiene toda la épica del heavy, con más partes lentas y a medio tiempo que otra cosa, abundantes punteos de guitarra, batería potente, teclados muy discretos y unos riffs melódicos recurrentes que intensifican la atmósfera con gran eficacia. Los cuidados arreglos delatan la modernidad de la grabación, pero el estilo es inconfundiblemente viejo y con regusto clásico, en lo que constituye una reapropiación de una voz antigua y solemne. El anclaje dentro del black metal queda patente en la manera de cantar, que entre otras formas adopta un aullido desgarrado a lo Burzum que impresiona y estremece, y sobre todo a través de ocasionales ráfagas de blast beat y sólidos ritmos de bajo y batería, en los que se nota sutilmente la influencia griega, sin que ésta llegue a ser nunca dominante. La percusión es compleja y diversa, perfectamente adaptada a la disparidad de los pasajes, y probablemente se trata de uno de los puntos fuertes del disco. Las transiciones son suaves y naturales, permitiendo que fluyan canciones muy coherentes entre sí pero para nada idénticas, y alternando partes breves e intensas con otras más lentas y melódicas, en una mixtura cuidadosa y efectiva, que incluye algunos segmentos prácticamente folk muy disfrutables. Los coros estilo Bathory vuelven a surgir en más de una ocasión, al igual que algún que otro solo muy thrash que parece sacado directamente de The Return…, junto a la inconfundible pegada de lo que Quorthon denominaba el “Manowar beat”, rotundo y poderoso, pero todos estos elementos, lejos de conformar un burdo calco, han sido reutilizados en un nuevo contexto que, más allá del evidente homenaje, respira con su propio aliento y cuenta una historia distinta, hermosa y trágica a un tiempo.



 Probablemente lo más sobresaliente del disco sea la trabajada imbricación de partes distintas en un conjunto vivo y variado, que transmite la idea de un viaje por un territorio de leyenda, una Hélade atemporal donde los mitos aún existen y determinan la vida de los mortales. Sin ser excesivamente sutiles pero sí inspiradoras, las letras contribuyen a ello, con imágenes trascendentes y eternas inspiradas en la antigua Grecia, desde temas algo trillados como la batalla de las Termópilas y la aventura de Alejandro Magno, con empleo de expresiones tan curiosas como Hellenes Do Not Fight Like Heroes, Heroes Fight Like Hellenes, hasta otros mucho más personales, como las referencias a la Rodas natal del grupo o la devoción de un hijo por su padre (“From Son to Father”, réplica evidente al “Father to Son” de Bathory). Esta última canción es una balada en toda regla, que evita desentonar completamente con el resto del disco, a la manera pretenciosa y huera de unos Watain, gracias a unas voces limpias con melodías vocales muy logradas, que recuerdan a la última etapa de Bathory (Nordland I y II). Esta licencia en apariencia arriesgada, que se repite en las dos odas finales dedicadas a Alejandro, funciona a la perfección porque su esencia es tan épica como la del resto de la música, pero también porque a diferencia de otros, Aléxandros sabe cantar de verdad, e imprime a sus voces la misma pasión que destilan todos los pequeños detalles, como las partes acústicas que parecen reconstrucción de música antigua a lo Daemonia Nymphe, la profusión de coros que nunca son forzados o la inesperada irrupción de un teclado épico para terminar uno de los cortes que trae directamente a la mente algo tan alejado en el tiempo pero cercano en el espíritu como el “Stargazer” de Rainbow. Estos elementos parciales son lo que consigue soldar formas aparentemente tan antagónicas como una balada y un metal entre heavy (por los punteos) y black (por la intensidad) en un todo coherente y armonioso, que supera la suma de sus partes y termina por desgajarse del estrecho parentesco que mantiene con sus influencias, documentadas a lo largo de toda esta reseña. Por último pero no menos importante, cabe destacar que a pesar de que todas las letras estén escritas en inglés, la huella helénica está presente, además de en los temas y nombres propios, a través de un par de recitados largos en griego que constituyen sendas cimas de epicidad, rasgos auténticos y a la vez exóticos que otorgan más color aún si cabe a una propuesta que remite claramente a un tiempo y un espacio definidos, los de la Grecia antigua, como bien sugiere la portada. El disco se cierra con las mismas dos palabras susurradas al comienzo (“I know...”), concluyendo así en perfecto círculo este viaje grandioso y lleno de vivencias y emociones que, recién regresado al puerto de partida, uno está deseando emprender de nuevo. Sin duda uno de los mejores álbumes de este año que dejamos atrás.


Belisario, enero de 2016





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