AGOSTO DE 2015 - DISCO DEL MES:
KAECK - STORMKULT (2015)
El título que nos ocupa esta vez es de rabiosa (nunca mejor dicho) actualidad, ya que salió oficialmente hace unos cuantos días, aunque previamente ya se podía escuchar en la página en Bandcamp del sello que lo edita, que no es otro que Folter Records, organizador desde hace años del famoso festival Under the Black Sun en las cercanías de Berlín. Esta flamante publicación ha generado gran expectación en mi fuente principal de noticias, deathmetal.org, y puesto que mi criterio suele coincidir con el suyo, un servidor también tenía bastante curiosidad. Stormkult es el debut de Kaeck, una nueva entidad que surge de la combinación de tres músicos neerlandeses de sendos grupos de black metal: Sammath, Kjeld y Noordelingen. Aún no he oído nada de las últimas dos formaciones, pero el nombre Sammath ya es por sí solo garantía de calidad, no en vano remite a uno de esos escasos y selectos grupos activos desde los noventa, como Graveland o Summoning, que no tienen en su discografía un solo disco flojo ni tan siquiera pasable. De hecho, el mejor álbum del año pasado según deathmetal.org fue precisamente su último trabajo, Godless Arrogance, y todo indica que esta nueva aventura coprotagonizada por Jan Kruitwagen, creador de toda la música de Sammath, será una sólida candidata a mejor disco de 2015, en dura pugna con el segundo opus de Cóndor, que vio la luz a principios de año. Cabe puntualizar que, como suele suceder con los grupos más tradicionalistas o de estilo más clásico, esta nueva formación no ha tenido prácticamente eco en los medios de mayor difusión, hasta tal punto que hace una semana Kaeck ni siquiera figuraba en el índice de Metal Archives, la enciclopedia del metal de facto a nivel global, a pesar de que la discográfica que lo apoya no sea ninguna desconocida. La razón para ello probablemente sea que no tenemos aquí ningún grupo de moda original e innovador, vanguardista, estrambótico y/o molón gracias al cual uno pueda presumir ante los demás y sorprender a sus amigos que no estén tan a la última. Esto es black metal puro y simple, y precisamente en ello radica todo su interés.
Kaeck - Stormkult (Folter Records, 2015)
Stormkult es un disco de metal crudo y violento, que impacta desde la primera escucha por su fiereza. Las canciones están construidas mediante segmentos de riffs repetidos cíclicamente para crear atmósfera, apoyados por líneas de teclado que aparecen a intervalos para realzar o rebajar la intensidad, de una forma similar a como se usaban en el primer álbum de Sammath, Strijd (1999), quizá el menos agresivo y más sutil de todos. La batería por su parte se muestra básica y repetitiva al primer contacto, recordando vagamente al war metal de las últimas dos décadas al marcar más una cadencia que un verdadero ritmo, aunque poco a poco va desvelando que no tiene nada de monótono, pues contribuye conscientemente a perfilar el aspecto distintivo de cada tema. Tanto las melodías de teclado como los riffs son bastante sencillos, pero al igual que sucedía en los primeros trabajos de Graveland, se combinan de una forma compleja, muy evocadora y elegante, que otorga profundidad y majestuosidad al conjunto. La semejanza con Sammath es evidente a muchos niveles, pero aunque la música de Kaeck sea igual de poderosa e inmisericorde, su objetivo final parece más sosegado, como guiado por una voluntad más introspectiva y sugerente. Prueba de ello son las voces, que a diferencia del chillido uniforme de Kruitwagen en los discos de Sammath, abarcan aquí un registro mucho más amplio y diverso que imprime un carácter distinto a cada canción, pasando de rugidos a voces gritadas o incluso un recitado, lejos del típico black metal con chirridos incomprensibles. La producción es básica y opaca, pero no de la misma forma que en los álbumes underground de bajo presupuesto de los noventa, ya que los instrumentos se oyen nítidamente, pero la grabación parece haber sido comprimida deliberadamente para sonar más compacta y oscura. Esta característica del sonido acentúa la crudísima distorsión de los instrumentos, en especial las guitarras, cuyos riffs adquieren una intensidad redoblada que se suma al efecto de la acumulación y reiteración mencionadas, lo cual sumado a los teclados ocasionales produce una sensación envolvente. Por último, es menester señalar que todas las letras están escritas en neerlandés, lo que reduce un poco su comprensibilidad más allá de las fronteras de los Países Bajos y Flandes, pero confiere a las voces una sonoridad áspera y diabólica que a oídos de este cronista destrona al checo de Master’s Hammer y Cult of Fire como idioma absolutamente demoníaco. Si uno quiere hacer música sombría y underground, ¿qué sentido tiene usar el inglés para hacerla más accesible?
La idea que surge a medida que avanza el disco es que lo que pretende este nuevo grupo es volver a la esencia del género, dejando fuera todos los elementos espurios y prestados para edificar directamente sobre los fundamentos, de ahí que se opte por una fórmula tradicional y sin sorpresas. Su punto fuerte estriba en que consigue combinar elementos muy sencillos en un todo más complejo que tiene fuerza y personalidad, siendo el resultado final superior a la suma de las partes individuales. En ese sentido, su estilo remite lejanamente al de Darkthrone, que en sus primeros tiempos también construyó mediante estructuras y formas sencillas una música distintiva y particular (empleando también, aunque fuera parcialmente, un idioma inusual). La diferencia es que a estas alturas Kaeck no puede inventar la rueda, pero tampoco lo pretende en ningún momento, sencillamente ofrece una experiencia intensa y atmosférica inspirada en cultos arcanos y una impenetrable adoración de la oscuridad que resulta plenamente disfrutable. Los seis temas incluidos, de duración dispar, suman todos juntos poco más de media hora, en lo que constituye una propuesta más bien condensada que es de agradecer, porque estirarla irresponsablemente le haría perder entidad y concisión, dos virtudes nada desdeñables. Superficialmente, o al menos en las primeras escuchas, la fórmula de Kaeck parece relativamente obvia o sencilla, antes de que puedan percibirse la estructura y la voluntad subyacentes, pero es preciso tener en cuenta que a día de hoy son muy pocos los músicos dispuestos a crear algo en un estilo tan antiguo y trillado, sin sucumbir a las modas imperantes en el metal actual, consiguiendo un resultado sólido y coherente al abordarlo con seriedad y mucho trabajo, cosa que se aprecia al escucharlo. A pesar de la reiterada comparación con Sammath, no estamos ni mucho menos ante una segunda parte de Godless Arrogance; en lugar de ello, Stormkult es un regreso al primer Sammath pasado por el tamiz de los discos posteriores, pero al mismo tiempo ampliando el carácter emocional y evocador. Se trata por tanto de un nuevo ente de pleno derecho, que logra lo que el black metal se proponía desde el principio: descender hasta la belleza profunda de la oscuridad por el camino más violento y emerger imbuido en su fuerza y poder, algo que los fans del género recibimos siempre con los brazos abiertos.