Necromaniac – Sciomancy, Malediction & Rites Abominable (2025)


Necromaniac – Sciomancy, Malediction & Rites Abominable (Invictus Productions, 13 de enero de 2025)

Pasados casi siete años desde su excelente EP de debut (Subterranean Death Rising, 2018), que encandiló a muchos por su excelente factura dentro de un formato arcaizante, este grupo de expats afincados en Londres regresa sin ninguna prisa para publicar su primer disco completo. Esta notable demora pero sobre todo su cuidada presentación denotan que esto no ha visto la luz hasta estar completamente listo y madurado, lo cual no es sino digno de elogio y puede percibirse claramente desde los primeros compases. Las expectativas eran muy elevadas, al menos por parte de quien suscribe, pero este flamante álbum cumple todo lo que cabía esperar, quizá de una forma algo literal y desprovista de sorpresas, aunque sin que eso merme el resultado ni mucho menos el disfrute.

El grupo sigue cultivando su particular fusión de proto-black y speed metal a la antigua, con un discreto aporte death metalero en la sombray una abundancia de tritonos siniestros al estilo de Slayer, una de las grandes influencias que aquí se escuchan, junto a las de formaciones centroeuropeas de la primera ola de black metal, como Root –en muchos de los riffs más sencillos y directos– o Master’s Hammer –en la grandiosidad general y la presencia recurrente de timbales de orquesta–, así como otras referencias algo más modernas, como la teatralidad de Attila Csihar en el desempeño del vocalista o los ambientes hipnóticos propios de Cultes des Ghoules –cuyo cantante participa como invitado–, por fortuna sin la tendencia de dicha agrupación a la repetición excesiva.

A pesar de ser el género al que más se asemeja, este disco no es realmente black metal, al menos tal y como esto se entiende desde 1993, sino proto-black mixturado con otros estilos en una reelaboración bastante lograda, aunque puedan identificarse con claridad las influencias, tal y como se señaló en el párrafo anterior. No extraña demasiado que esta formación denomine a su estilo “morbid metal”, ya que esencialmente consiste en la creación de atmósferas rituales y macabras, que sirven de decorado sobre el cual se evocan historias de brujas, nigromantes y demonios, otra faceta más que confirma su pasión por lo antiguo. Mención aparte merece la producción, cálida y compacta, que emula la nebulosidad de antaño pero sin renunciar a que todo se oiga con exactitud.

Quizá la mayor virtud formal de este álbum sea su capacidad para variar los ritmos, alternando estallidos de agresividad veloz con medios tiempos y ritmos lentos para un perfecto equilibro de las distintas aproximaciones, incluso dentro de cada canción. Un solo guitarrista se basta y se sobra para interpretarlo todo, y aunque no haga alarde de virtuosismo sí consigue armar solos sencillos pero potentes que sirven para apuntalar las secciones más intensas. La sobriedad interpretativa se compensa con una profusión de arreglos y pequeños detalles individuales que hacen que cada segmento sea especial y evitan cualquier atisbo de relleno en un disco más bien largo. Esto es metal a la vieja usanza pero sin complejos, que desentierra estilos de antes para construir su propio lenguaje, más o menos como hace la escena chilena que tanto amamos por aquí.

Hay dos formas de apreciar una propuesta como esta. Por un lado, se puede señalar la falta de innovación formal y cierto enfoque retro que hace que casi todo lo que se escucha aquí pueda sonarle familiar a un oyente experimentado. Esa crítica es válida y legítima, pero resulta un tanto limitadora al obviar el hecho de que, más que copiar algo en concreto, el grupo hace un amplio trabajo de reelaboración, por no mencionar el grado de depuración y meticulosidad puesto en el empeño. La perspectiva opuesta sería ver este álbum como la recuperación de un pasado remoto, sin continuidad desde hace tiempo, para seguir escribiendo la historia del metal dentro de una estela que no pocos fans valoramos y amamos, antes y ahora. En esta web somos más de ese segundo campo, y por eso nuestra evaluación de este disco no puede ser sino inequívocamente positiva.

Escuchando: Gnipahålan – 2024 – Folkstorm


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