Mayhemic – Toba (Sepulchral Voice Records, 26 de julio de 2024)
Sin ser el elemento más sobresaliente dentro de su excelsa escena, más que nada por su corta trayectoria hasta la fecha, este grupo constituye un perfecto ejemplo de aquello que distingue positivamente al metal chileno. En primer lugar, Mayhemic es una formación integrada por individuos que son muy jóvenes (veinteañeros todos ellos) pero acumulan una amplia experiencia militando en distintas agrupaciones y exhiben un nivel técnico realmente apabullante. Por otra parte, su propuesta musical bebe de fuentes muy antiguas que estos músicos han sabido mezclar y combinar de una manera inusual hasta convertirla en un auténtico estilo propio que, además de ser atractivo, resulta también novedoso en cierto modo. No obstante, lo que aquí nos interesa, más allá del arquetipo que puedan representar, es que su debut es un álbum verdaderamente sólido, relativamente original y extremadamente potente, hasta el punto de haberles granjeado el favor de un relevante sello europeo (Sepulchral Voice), y que pese a sus escasas ínfulas es sencillamente uno de los mejores discos que quien suscribe ha escuchado durante todo el año en curso.
Por una vez, el calificativo atribuido por Metal Archives –blackened thrash metal– se aplica al pie de la letra, porque su música es una interpretación del thrash a través del prisma de algunos de los primeros grupos que anunciaron el proto-black metal, concretamente las formaciones brasileñas (Sepultura) y germanas (Kreator) más oscuras de mediados de los ochenta, pero en su caso la ejecución es más certera y la producción más nítida. El sonido es sorprendentemente denso, con una batería muy recia que abusa un poco del doble bombo pero imprime una intensidad inusual, combinada a la perfección con riffs maliciosos y solos extraordinarios en una fórmula realmente salvaje. En el aspecto vocal cabe destacar la presencia de dos voces diferentes, en atractivo contraste, que escupen apresuradamente las letras a la manera de un joven Mille Petrozza. Pese a la patente agresividad, el grupo no descuida los arreglos ni tampoco la estructura y la concisión, evitando extenderse en cada motivo más tiempo del necesario, sabiendo cuándo introducir frases recapitulativas y cuándo sacar partido a estribillos que, aun pareciendo convencionales, insuflan una fuerza tremenda. Aunque su material previo sea escaso, el nivel mostrado en este debut es espectacular.
El grupo está formado por un núcleo de dos guitarristas-cantantes, al que recientemente se han unido un bajista y un batería nuevos, no menos talentosos. Este grado de cohesión y fluidez recuerda no poco, siendo su enfoque un tanto diferente, al estilo desbordante y pleno de unos Ripper, con quienes de hecho comparten batería desde hace poco. Mayhemic muestra gran habilidad al estructurar las canciones, con transiciones a veces abruptas pero siempre bien engranadas y una personalidad distintiva tanto en términos de duración como de contenido, incluyendo, por ejemplo, un tema que emplea la escala frigia y suena oriental, otro que avanza al trote country a la manera de Arghoslent y, cómo no, uno instrumental, la verdadera prueba de fuego del talento compositivo. Aunque sus influencias sean fáciles de rastrear, el grupo consigue no sonar exactamente como ninguna otra formación, lo cual demuestra hasta qué punto las ha absorbido, aunque no pueda evitar que se le escape algún riff calcado de Slayer –una única vez y durante unos pocos segundos –, algo que, por otra parte, le ha sucedido alguna vez al 99 % de grupos de metal.
La última canción es el compendio definitivo de todas las virtudes del álbum, con su atmósfera oscura, violencia thrash desmedida, riffs potentes (melódicos o angulares) y estribillo arrollador, sumándole además una larga y gozosa introducción en la que los instrumentos van arrancando paulatinamente. Este tema de cierre es también el que mejor expone la temática, una original perspectiva postapocalítica que mezcla las referencias al mundo anterior al declive con un paralelismo con la existencia de los primeros homínidos y su organización tribal. Aun teniendo en cuenta las perdonables imprecisiones y generalidades propias de un debut, este disco resume bien los aciertos del enfoque que caracteriza a la nueva hornada de formaciones más destacadas dentro del metal: una recombinación de influencias pasadas para generar un nuevo sentido a través de un profundo conocimiento del pasado y un compromiso sincero con esta sagrada forma de arte. Esa es la verdadera innovación inconsciente, y también la única forma de perpetuar toda la fuerza expresiva que sigue atesora el metal.
Escuchando: Betelgeuse – 2024 – Bajo el Amparo de la Putrefacta Cruz