Blasphematory – The Lower Catacombs (2022)


Blasphematory – The Lower Catacombs (Nuclear Winter Records, 13 de mayo de 2022)

Con frecuencia las tendencias estilísticas más o menos interesantes que surgen en cualquier época acaban siendo un auténtico lastre cuando terminan por popularizarse y generalizarse de forma sistemática y abusiva. Eso es lo que le sucedió al estilo de death metal denso y asfixiante inspirado en Incantation, aparecido a finales de la década de 2000 de la mano de tradicionalistas brillantes como Dead Congregation, que en la actualidad ha quedado tan desprestigiado por su excesiva reiteración como para acabar recibiendo el despectivo apelativo de caverncore. ¿Puede un subgénero tan desgastado como este dar lugar todavía a creaciones únicas y dignas de interés, a pesar de partir de un planteamiento tan inamovible como limitado? La respuesta podría ser sí, siempre y cuando ese conjunto concreto de técnicas se emplee con genuina sinceridad y una voluntad de aportar algo personal.

Blasphematory es la última formación que se ha prestado a demostrar la validez de la frase anterior. Compuesta por miembros que militan o han militado en un buen puñado de agrupaciones veteranas del fértil underground metálico de Nueva Jersey, como Abazagorath o Death Fortress, practica un death metal oscuro y espeso de la vieja escuela siguiendo la estela de Disma, que a su vez retomaba de Incantation el gusto por los riffs cromáticos profundamente graves, las voces de ultratumba y los ritmos muy pesados. Dentro de su propuesta claramente conservadora, el grupo deja margen para un uso destacado de las melodías y espacio para la oxigenación por medio de numerosas variaciones y desarrollos formales. La ausencia absoluta de sobreproducción y el tono amortiguado de la batería consiguen por su parte que la fórmula no resulte machacona, asegurando una cadencia entre lenta e intermedia que nunca sucumbe a la rigidez o el tedio.

La mejor baza que muestra Blasphematory seguramente sea su habilidad para saber cuándo introducir un riff disonante más o menos melódico a modo de abertura, conclusión o punto álgido de cada tema. Esto no solamente relanza y dota de personalidad a cada pista individual, sino que sirve al grupo para desmarcarse de la habitual monotonía gris del caverncore promedio, que sabe tejer atmósferas más o menos consistentes pero no suele ser capaz de dotarlas de vida y movimiento. En estas canciones se maximiza el uso de riffs y pasajes que en esencia son muy sencillos, convirtiendo en virtud la escasa repetición y la eliminación de todo elemento superfluo. El encomiable trabajo de concisión efectuado en la fase compositiva dota al conjunto de una extraña ligereza que facilita y alienta las escuchas reiteradas.

El sonido propio de esta formación es realmente excepcional, tanto en términos de estilo como de parámetros de producción. Rehuyendo el formato casero pero también cualquier exceso moderno de claridad y nitidez clínicas, estos músicos encuentran su propio término medio que permite otorgar a la música la calculada brumosidad que necesita y constituye una de sus señas de identidad. En su gusto por las melodías discretas, melancólicas y descarnadas, el grupo se aparta de la influencia americana más inmediata para aproximarse a la escuela finlandesa, cuyos aportes se combinan a la perfección con la firme base cromática. Naturalmente la influencia de Incantation es manifiesta, por ejemplo en un quinto corte (“Flooded Graves”) muy similar al “Unholy Massacre”, pero por lo general los riffs disonantes conservan un efecto rítmico que no existía en la vertiente más doom de Incantation, haciendo que Blasphematory mantenga a fin de cuentas cierta independencia dentro del mismo estilo.

Pasada ya la prueba del primer álbum completo, comprobamos que la apuesta no es un mero ejercicio de estilo, ya que se ve claramente la progresión realizada entre el debut y este segundo disco, que parece estar más centrado. La frescura inicial –si se puede hablar de “frescura” para un registro tan antiguo– se sustituye por un método asentado, con canciones más largas que saben bien lo que buscan. Esto podría ser realmente la banda sonora de la exploración de subterráneos oscuros y olvidados que sugieren los títulos de las canciones, y en ese sentido el planteamiento está muy conseguido. El grupo tampoco abusa de los ritmos lentos, lo que podría ser el mayor escollo en una obra de estas características, optando en su lugar por una sana variación de ritmos y recursos, y hasta la voz sabe espaciar sabiamente sus intervenciones para evitar cualquier atisbo de monotonía.

De todo lo dicho se infiere que el mérito de esta propuesta no estriba en el plano de la revolución formal sino de la recombinación, ofreciendo un nuevo enfoque personalizado, competente y trabajado de un estilo ya conocido. Este disco no es una copia exacta de nada, sencillamente se abre un hueco dentro de un panorama muy saturado con buen hacer y un objetivo claro. La duración del mismo también es ideal, ya que deja espacio para que haya desarrollo pero sin que este llegue a cansar. No es de extrañar que un sello tan selectivo como Nuclear Winter se haya fijado en esta formación casi desde el principio, porque en ella se juntan pericia técnica, claridad de visión y búsqueda de una voz propia que convierten una fórmula sin sorpresas aparentes en una pieza musical compacta y coherente con un encanto indiscutible.

Escuchando: Slugathor – 2005 – Circle of Death


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