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AGOSTO DE 2016 - DISCO DEL MES:
KAWIR - ΙΣΌΘΕΟΣ (ISÓTHEOS) (2012)


 He estado escuchando varios de los discos publicados desde la pasada primavera, con la esperanza de que alguno mereciera la pena, pero no he descubierto ninguno realmente digno de una reseña. Tanto Ungod como Dark Funeral y Master's Hammer han sacado nuevos discos tan correctos como olvidables. Tampoco me han convencido otros títulos que parecían más prometedores, como el segundo de Ghoulgotha, con momentos interesantes pero una absoluta falta de organización, el debut de Blood Incantation, disperso e irrelevante a pesar del indudable potencial o el nuevo de Profanatica, soporíferamente minimalista y una nula aportación al legado del grupo. Siendo así, he decidido volver de nuevo la vista atrás, ya que de todo lo nuevo que he escuchado últimamente, el mejor álbum con diferencia es el que sacaron en 2012 los griegos Kawir. Este mismo grupo acaba de publicar otro larga duración hace escasos meses, bautizado como Πάτερ 'Ηλιε Μήτερ Σελάνα / Father Sun Mother Moon, pero por desgracia todas las virtudes de su predecesor se marchitan aquí en un ejercicio trivial y poco inspirado. Ya que no le veo ningún sentido a comentar obras mediocres pese a su novedad, me centraré pues en el penúltimo disco del grupo, que lleva por nombre Ισόθεος / Isótheos, lo que en la lengua de Kavafis significa “igual a Dios”. Sus autores son una de las formaciones más longevas y auténticas de la escena helénica de black metal, aunque no sean de las más destacadas por su menor proyección y relevancia. Su primer disco (Προς Κάβειρους / To Cavirs) presenta un interés indudable, pero los siguientes no están a la altura, en opinión de quien suscribe. Les ocurre lo mismo que a los de Taake o Corpus Christii, en el sentido de que cada uno de ellos encierra más de un pasaje o idea prometedores, que combinados darían pie a una excelente canción, pero flotando por encima de un mar de medianía que se extiende durante tres cuartos de hora no son capaces de sacar ningún partido a su relativo potencial. En el caso de Kawir, no ha sido hasta la publicación del álbum que nos ocupa (curiosamente, a través de un oscuro sello español, Deathrune Records), tras casi veinte años de andadura, cuando la formación ha conseguido por fin depurar su estilo hasta destilar una versión realmente convincente. Nunca es tarde si la música es buena, se podría decir.


Kawir - Ισόθεος (Isótheos) (Deathrune Records, 2012)


 Los orígenes de Kawir se remontan a principios y mediados de los noventa, siguiendo la estela de los primeros grupos griegos influyentes, como Rotting Christ, Varathron o Necromantia. Menos esencial que la de sus mencionados compatriotas por no ser tan original ni tan rompedora, su fórmula no deja de ser relativamente característica en el sentido de que explora como ninguna otra la conexión con la música griega antigua, añadiéndole además la particularidad de que todas sus letras están escritas en su lengua materna. Su debut To Cavirs (1997) constituye una grata escucha de black metal con fuerte influencia de la música tradicional. El sonido clásico de otros grupos de la escena helénica se oye más como influencia que como materia prima, lo que juega a su favor al no limitarse a copiar a sus predecesores. Con respecto a discos anteriores, la música de Isótheos es muy melódica, pero sin llegar a extremos que empalaguen. Las canciones son bastante dinámicas, ancladas en torno a varios riffs sencillos que articulan partes diversas. El gran acierto es su forma de combinar distintos ritmos y secciones bien diferenciadas dentro de cada tema, otorgándoles personalidad propia y sobre todo una increíble fluidez. Como sucede con frecuencia en el metal de la Hélade, muchos elementos están más emparentados con el heavy clásico que con el propio metal extremo, como los punteos de guitarra, los solos melódicos o los medios tiempos, que combinados con los coros épicos y melodías emotivas podrían quizá derivar, en manos de músicos más jóvenes, en un pagan metal ñoño e intrascendente como el que suele abundar en casi cualquier festival actual. Es muy difícil sonar superépico sin resultar ridículo a estas alturas de la película, pero Kawir es perro viejo y lo consigue manteniendo cada tema bien anclado en su escueta panoplia de riffs, sin que el hilo conductor se escape en florituras de las que sea difícil volver. Las estructuras son parcas pero lo suficientemente amplias como para que la composición respire, quedando todos los elementos bien encajados y sin flecos sueltos, y transmitiendo una serena sensación de compleción en la sucesión de sus repeticiones, clímax y anticlímax, suaves pero claramente definidos.


 El elemento que más chirría en un primer momento es el uso reiterado de las flautas, que desconciertan al principio por su aparente falta de afinidad con el resto de instrumentos, pero poco a poco desvelan su función cuando queda claro que no se trata de un mero acompañamiento más o menos vistoso, sino que entronca con la temática helénica al remitir a las reconstrucciones de música antigua más serias (como el Atrium Musicae de Madrid en su Musique de la Grèce Antique). Hasta en los momentos en que suenan más alegres y despreocupadas, no llegan a desentonar con la alternancia extremadamente fluida de los riffs, conformando un conjunto tan animoso como potente. Por si esto fuera poco, este instrumento asume el papel de los teclados recurrentes que caracterizaron al grupo en anteriores ocasiones, respaldando al resto de la música de una forma más natural y arcaizante. Por su parte, los cánticos rituales son un perfecto complemento a las partes más lentas, están interpretados con buen gusto y no resultan tan impostados como los de los grupos que cantan en inglés sin que se trate de su lengua natal. A menudo están respaldados por la guitarra u otros elementos, por lo que no llegan a cargar en exceso con su ritmo monótono o su repetición. Otro de los recursos más disfrutables son los interludios de música ritual, al principio o en mitad de las canciones, con empleo de instrumentos tradicionales, que traen a la mente a los mejores grupos que han retomado la música antigua insuflándole una sensibilidad moderna que cabría calificar de neofolk, como es el caso de Daemonia Nymphe. También hacen breve acto de presencia una gaita, instrumento griego más típico de lo que cabría suponer, y un kanonaki (parecido al antiguo salterio medieval), tocado por Therthonax, el único miembro fundador que permanece en el grupo, ambos empleados como recurso puntual que pone una nota de color, muy lejos del abuso practicado por Rotting Christ en sus últimos discos, en los que acaba cansando muy pronto. No en vano, Therthonax milita desde hace unos años en un proyecto paralelo llamado ΚΑΒΕΙΡΟΣ, consagrado en exclusiva a la música antigua, sin rastro de metal, por lo que estamos hablando de músicos que conocen bien la materia y no se limitan a explotarla como algo exótico y curioso. Por último, a diferencia de títulos anteriores y de Father Sun Mother Moon, en Isótheos Kawir cuenta por fin con un buen batería y un cantante digno, que a pesar de ser serbio se maneja perfectamente con la lengua griega, dato que merece ser destacado, y toca él mismo los instrumentos de viento que mejor suenan de toda la discografía de la formación. Por desgracia ambos miembros solamente figuraron en el grupo durante los años inmediatamente anteriores y posteriores al álbum, lo que hace que la comparación con quienes han venido después resulte inevitablemente odiosa.



 El disco en su conjunto es muy fácil de escuchar, gracias a la simplicidad de sus formas, la ligereza y luminosidad de sus elementos y a una producción clara y precisa pero lo suficientemente robusta. Al mismo tiempo, consigue proyectar un profundo significado y una autenticidad manifiesta, derivada más del contexto que de los medios empleados. En efecto, el estilo de Kawir está peligrosamente emparentado en apariencia con los grupos de folk metal más populares, pero el hecho de hacer música en su propio idioma, emplear instrumentos de su tierra dominados con maestría, estar profundamente impregnados de su herencia cultural y, sobre todo, el ser un grupo de la vieja escuela con una honda raíz metálica y un pasado underground deja claro que estamos ante una propuesta seria, no una excusa para crear música superficial y entretenida con pretensiones vagamente historicistas. Tras sus letras impenetrables, que se asemejan a himnos órficos u homéricos, y la combinación de todos los recursos enumerados anteriormente se esconde una evocación sutil del mundo antiguo que, sin ser totalmente explícita, logra retrotraer al oyente a esa época pretérita, evocada en la portada, en la que el mundo era un misterio por descubrir y la existencia tenía un sentido más allá de lo inmediato y la trivialidad de lo cotidiano. Que ese tiempo mítico haya existido realmente en algún momento de la Historia, como lo define Mircea Eliade al distinguir entre lo sagrado y lo profano, es aquí irrelevante, lo fundamental es que su influjo se eleva hasta nosotros desde las profundidades de la memoria humana para guiarnos en los tiempos presentes tan azotados por el materialismo y la vacuidad. No hay ni rastro de pretenciosidad en Isótheos, la música emana de forma natural de la idea que la sustenta y se hace una con ella, sin división artificial ni impostura. Lo importante aquí es el conjunto y el espíritu, no los elementos individuales, sencillos y bien encajados, con pequeños retazos que aportan couleur locale pero no distorsionan en exceso la claridad de la imagen. Esta es sin duda la cumbre creativa de estos músicos, que en este álbum sacan todo el partido posible de un estilo por lo demás sencillo y accesible. Que hayan tardado tanto en lograrlo sugiere que se trata de un golpe de suerte, una casualidad o una feliz combinación del momento, el lugar y las personas adecuadas. El hecho de que cuatro años después su sucesor, Father Sun Mother Moon, grabado por una formación prácticamente nueva, se nutra de todas las malas cualidades del folk metal, con su simplicidad estructural y repetición ad nauseam, y no retenga ninguna de las que hicieron que Isótheos sea grande corrobora esas hipótesis. En todo caso, lo bueno merece ser destacado, aunque provenga de un grupo que no siempre ha estado muy acertado, pero encierra un gran potencial que ha sabido manifestarse con el tiempo y, quizá, como los héroes de las grandes leyendas de antaño, regrese de nuevo algún día.


Belisario, septiembre de 2016





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